Athol estaba en el suelo, mirando al hombre frente a él con total incredulidad. Su frente estallaba en un sudor frío, y su cuerpo temblaba.
Antes, tenía la confianza de derrotar a Zed, pero ahora su confianza se desinfló como un globo al ver la presencia de este nuevo hombre.
¡Kiba!
Él no lo consideraba un objetivo imposible sólo por su reputación como uno de los mutantes más fuertes, sino también por experiencia personal.
—¿Cómo pudiste reemplazar a Zed? —preguntó Athol, tratando de recuperar su fuerza perdida. Sabía que no podía permitirse perder la compostura en un momento tan crucial.
—¡Zed soy yo y yo soy él! —respondió Kiba con la palma derecha en su pecho.
Un destello de luz blanca surgió de su mano y al siguiente momento, la herida en su pecho curó rápidamente con nuevos tejidos y fibras.
En unos segundos, se curó completamente, como si no hubiera sufrido ninguna lesión.
¡Imposible! Athol no podía creer que Zed y Kiba fueran la misma persona.
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