286 AC
POV
En los casos de progreso siempre existe un sector afectado. Era inevitable y adaptarse a la situación equivale a la diferencia entre una vida mejor o una peor.
Con las mejoras que se lograron después de construir los cinco aserraderos, era evidente que muchos jornaleros que se dedicaban a procesar los troncos de madera perdieron su sustento. Varios meses después, muchos de ellos dejaron de quejarse y empezaron por aprovechar la situación, varios talleres de carpintería empezaron a aparecer por todos lados.
El ruido de la sierra libero mis pensamientos del desarrollo de la industria maderera de Dreadfort, si es que se le podía llamar así.
A instancias mías, los jornaleros controlaban metódicamente la sierra. Los dientes subían y bajaban rítmicamente, en mis manos, un primitivo reloj de arena contaba las revoluciones del proceso.
Los hombres tenían el deber de controlar la velocidad de la sierra, así como mantener el filo para alargar su vida útil. Mi "tarea" era comprobar periódicamente su estado, así como el funcionamiento en general.
- Este también está bien, felicidades.
- Es un honor mi Lord.
Respondió el encargado de supervisar el funcionamiento de los aserraderos. Era un maderero que perdió su trabajo y fue uno de los primeros en alzar la voz.
Este era el décimo aserradero construido hasta la fecha. ¡Si el décimo! Con la producción en auge y después de dos años de duro trabajo, los rendimientos empezaron a tener frutos. Algunos comerciantes empezaron a llegar a nuestra casa y sus demandas eran cada vez mayores.
- Pensar que se podía cortar madera con agua, al final la idea de ese anciano tenía sentido.
A mi lado Locke repetía algo que la gran mayoría de personas solía pensar estos días.
"Injustamente" el vejestorio ahora tenía una gran reputación gracias a mis esfuerzos. Los últimos meses su cara de autosatisfacción se pasmo irremediablemente en su arrugado rostro. Sus sueños de reconocimiento académicos se hacían realidad, aparentemente la Ciudadela lo reconoció por su "trabajo". Aun no estaba del todo claro, incluso para mí.
Quien pensaría que la ambición del viejo maestre nublaría su juicio académico. Los niños suelen cometen error después de todo. Ejes rotos, sierras desgastadas y un mecanismo de arrastre torpe. Los defectos de los diseños en papel se mostrarían tarde o temprano. Nadie me juzgaría.
Era para ayudar a los hombres que trabajan con la madera. Fue lo que dije, el día en mi padre, Roose Bolton, descubrió la verdad. Sonó como una excusa de un niño, aunque el gasto "benigno" tampoco fue una broma, lástima que no se podía llorar por leche derramada y el Lord de Dreadfort solo pudo maldecir al viento y tratar de ver los resultados por sí mismo. Seguramente algunas oraciones a los antiguos dioses debieron ser escuchadas.
En los meses siguientes el resultado fue tan bueno que me pidieron construir varios más. Lamentablemente no fuimos tan afortunados de encontrar un lugar tan idóneo, pero, aun así, se logró implementar más aserraderos.
- Locke, volvamos, ya he terminado aquí. Dije terminado el control, llegaba la hora de continuar con mi día.
Los tiempos habían cambiado y aun nadie lo sabía. Aunque los frutos de esta revolución estaban los ojos de las personas, estaban muy lejos de ver el verdadero potencial de la industrialización.
- ¿Va a perder el tiempo con esos mocosos hoy también?
- No, deberías tener amigos mi buen Locke.
- Tengo amigos…
- Tus esbirros no cuentan.
Había un pequeño rastro de vergüenza ajena en su rostro imperturbable. Supongo que las palabras pierden peso cuando las dice un niño.
- Esta vez voy a visitar los pequeños comercios en Dreadfort.
- Eso mejor que ver jugar a unos mocosos. Respondió algo amargo por su trabajo de niñera.
- ¿Mocosos? Tu falta de tacto no me molesta Locke, pero no deberías tentar a tu suerte.
Fruncí el ceño levemente. Locke también se dio cuenta, su rostro dudoso fue un espectáculo de poca importancia.
Varios segundos de silencio después, el reto de miradas concluyo con Locke cediendo. Estaba seguro que si se lo contaba a mi padre se pondría muy orgulloso. Aunque, su aprobación era cuanto menos "anecdótico". ¿Quién diablos crees que soy? ¿Aprobación? ¡Ja!
- Se hace tarde, discúlpate luego ¡Vamos!
- Si, mi lord.
Un destartalado carruaje era mi transporte actual. Era simple y sin decoración, salvo el escudo del hombre desollado de la familia. El transporte fue otro problema que no llegaría a resolver dentro de mucho, mucho tiempo. Por ahora nuestro trasero será torturado y azotado por los baches del camino, la vida era dura.
Llegamos a Dreadfort después varias horas. El sol empezaba a ocultarse en el horizonte.
- Muy bien, esto llevara su tiempo.
Una "posada" de dudosa reputación estaba en mi punto de mira. La gente indiscreta podría preguntarse por qué una posada tan desierta existía, su mera existencia no tenia sentido.
Un hombre gordo con unos bigotes maltrechos y cejas pobladas nos dio la bienvenida, estaba apoyado en la barra descuidadamente. Su vista apenas interesada nos vio al entrar.
Dentro del recinto los espacios estaban bien distribuidos. La enorme barra ocupada toda la pared lateral. Al frente de la barra una chimenea abrigaba el ambiente. Las mesas ocupaban el resto del espacio. Decoraciones de todo tipo dio un toque pintoresco al lugar.
- ¿Te has perdido jovencito? ¿Necesitas ayuda?
La feliz diatriba del posadero se calmó cuando Locke entro por la puerta. En Dreadfort todo el mundo lo conocía, como debía ser. Era una espada jurada de los Bolton, un tipo duro y problemático, después de todo.
- Arren, este es Domeric Bolton, hijo de nuestro Lord. Dijo Locke
- Oh, en ese caso, que lo trae a mi humilde posada, mi Lord.
- Quiero una. Dije sutilmente
El cambio en su complexión fue fugaz pero perceptible. El despiadado carácter de Roose Bolton a veces tenia utilidad.
¿Pensó que bromeaba? Me pregunte, el sujeto miro dócilmente a Locke en busca de ayuda.
- ¿Hay algún problema? Pregunte.
- No mi Lord, ¿Desea una cuarto? ¿Puedo recomendar…
- ¿Habitación?, Locke vigila la entrada, quiero hablar seriamente con nuestro nuevo amigo.
¿Sería mejor ir al grano o dejar que interprete lo quiera? Locke podría ayudar, su mirada asesina asusto al posadero, antes de salir del lugar, seguramente una advertencia de que no intentara nada extraño.
Distraídamente me senté frente al posadero. A pesar de la tensa situación jamás borro la sonrisa en su rostro. Aunque desde el principio su actitud forzada dejo en claro lo que escondía, por algo esta posada tenía una reputación tan chispeante.
- Lindo lugar, me gusta. Sin embargo, ¿Porque pediría un cuarto, cuando tengo un castillo a unos pasos?
- ¿Está huyendo de sus criados, mi lord?
- No, usualmente son ellos quienes huyen de mí, aunque creo que pronto entenderás por qué.
- ¿Me temo que no entiendo?
Unas gotas de sudor aparecieron en sus carnosos cachetes. ¿Debería darle un guantazo? podría ser hipnótico ver bailar sus mofletes.
- Sabemos que este lugar no es una posada, tu podrías llamarlo prostíbulo, pero bajo esa fachada ciertamente hay cosas más interesantes.
- ¿Cosas interesantes? Mi lord, los rumores son infundados, en este lugar…
En el "silencio" que rondaba en el lugar. Una débil realización me llego a la mente. ¿Diría que forzó la situación inconscientemente o era propicio lo que estaba por hacer? Pensó en un instante. El posadero Arren ciertamente no pararía de hablar hasta que se le acabara el aire.
- ¡Pam!!! ¡Pam!!!
- ¿¡Mi lord!!!?
¡Si fue hipnótico! Sus mofletes rojizos por mi guantazo bailaron en sintonía. El decoro que hasta entonces procuraba Arren se esfumo. Una mirada de indignación apareció en su rostro.
Todo en Dreadfort sabían que el posadero Arren era un padre viudo. Padre de una niña que por ironías de la vida tenía una vida religiosa muy activa. Supongo que las actividades del padre arrinconaron a la niña a una vida recluida.
- ¿Que desea mi Lord?
Dijo Arren, podía jurar que me tomo enserio por primera vez, desde que llegue a la posada.
- Antes que nada, debes saber que Locke está buscando a tu hija. Felicitaciones por tener una hija linda y devota de los siete. Lamentablemente mi padre ordeno llevarla a Dreadfort para ser castigada por adorar a los dioses sureños.
Alimentado por la imaginación perversa, sus manos empezaron a temblar, era fácil sorprender a los hombres cuando exponían sus debilidades tan fácilmente. Mi sonrisa de niño travieso y pendenciero no hicieron más que aumentar su angustia mental.
- Mi Lord… ¡Mi hija, aun es una niña! ¡Misericordia!
El posadero se acercó lentamente con las rodillas en el piso. ¿Las debilidades también pueden ser fortalezas cuando se trata de gente que uno ama? Me pregunte.
- En efecto es una niña, pero eso no te impide trabajar con el pecado ¿verdad? De todos modos, no es lugar apto para criar a tu hija, estará mejor en Dreadfort, no se preocupe.
- Eso…no es como parece mi señor. Jamás expondría a mi hija a tales pecados.
- ¿Ah sí, seguro?
- ¡Si mi lord! ¡Lo juro por los antiguos dioses!
- Entiendo, entonces, que te parece si me vendes este lugar y compras un lugar más tranquilo para que vivan tú y tu hija.
Era la primera vez, en esta vida, que removía las debilidades ajenas. Me recordé que mi ambición no debe ser fomentada descuidadamente. El poder que tenía sobre otros no debe ser abusado.
El silencio se prolongó por un buen momento.
El ambiente silencioso fue interrumpido por mis aplausos. Mis pequeñas palmas dieron un sonido parecido a aplausos. Locke entro y el posadero estaba cada vez más nervioso.
- Tus chicas deben ser muy útiles. Te dan dinero fácil, eso está bien, no estoy en contra de los emprendimientos; sin embargo, también sé que saben escuchar, a veces de más.
Un leve temblor en su abultado cuerpo fue la señal que esperaba. ¿Arren había entendido mi verdadero propósito?
- La cuestión, Arren, es que te cuentan cosas y tú corres a contárselo a nuestros queridos vecinos. ¡Ese es el problema! Debes decidir querido amigo ¿Tu prostíbulo o tu querida hija?
…
El camino de regreso a Dreadfort se hizo extrañamente largo. Una niña de unos trece años nos siguió en la entrada del fuerte. Era bonita y saludable su pelo castaño resalto su riguroso cuidado, sin embargo, caminaba temblorosa por la nueva vida que llevaría. "Ela" era su nombre. No era nada sorprendente, por otro lado, el que me sorprendió fue su padre con su firme decisión.
Para muchos vivir en Dreadfort era un logro en sí, pero, ellos eran gente sin conexiones ni patrimonio. El posadero Arren, por otro lado, era dueño de varios negocios y poseía conexiones con White Harbor, Karhold, etc.
Cuando dije que quería comprar sus propiedades, no tardó mucho en cantar. Fueron sus últimos intentos de que lo dejara en paz. Para su mala suerte, no fue así.
Sabía que la situación comercial de nuestra casa levantaría sospechas. Varios Lords y comerciantes levantaron el cuello e intentaron echar un vistazo, el dinero no era un problema para esa gente. Fue con esa premisa que La oportunidad de descubrir algunas ratas en la madriguera se dio. Solo tenía que seguir el rastro del dinero.
Con el tiempo, un comerciante que tenía una lengua muy suelta, nos dio las pistas necesarias. El "sureño" llego a Dreadfort en nombre de su gremio de comerciantes. Propuso comerciar, pero quería cerciorarse de la eficiencia de la producción. Aunque también quería comprar los diseños.
Roose Bolton, mi señor padre, no se dejó convencer. Después de varias semanas de cuervos viajando ida y vuelta con sus pares, el comerciante se retiró una vez cerrado el trato.
En todo ello no hay sospechas de nada, pero, no fueron sus acciones lo que lo delataron. Después de todo quién diablos sospecharía de un niño.
¡Ser un infante tiene sus ventajas!!!
Flashback
- Es una gran oportunidad para la casa Bolton. Los Manderly no escatiman en gastar cuando algo llama su atención. Una oportunidad como esta es única en una vida, mi Lord.
- Mis manos también están atadas, los deseos de mi padre superan los míos, lord Vorrik.
- Entiendo, entiendo, pero solo piense. Digamos que en sus manos está el futuro de tu casa, ninguna responsabilidad es tan justa como esa.
- ¿A qué se refiere?
Claro que sabía a qué se refería.
- Es un mal necesario, mi Lord. Los Manderly acordaron ¡triplicar el precio!, si incluían los diseños. ¡Ni siquiera toda la madera de Kingswood valdría todo ese dinero!
Después de aparentar darle vueltas a las cosas, acepte a "regañadientes" el trato del buen hombre. Era duro ser ingenuo. Al menos en mis pensamientos.
- Cuando tu padre se entere, no solo serás su heredero si no también su orgullo.
- Eso creo, el maestre Uthor estará molesto…
- Si, los maestres, ciertamente más que ayudar solo crean problemas.
¿Sera que el padre uso la misma escusa? Era lógico echar la culpa de todo a los viejos de túnica en el Norte.
Vorrik no tardo en mostrar sus cartas. Una de las "chicas" de Arren logro entrar a Dreadfort, como lo hizo, no tenía idea. Cuestión que le entregué diseños falsos.
Solté algunas migajas y las salieron ratas. Fue una buena oportunidad para cazar ratas.
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En la habitación que nos encontrábamos, la hija de Arren seguía temblando y por poco me da lástima, pero luego pienso en los beneficios y se me pasa.
Arren tenía que elegir, podía recuperar a su hija o podía seguir espiándonos, si podía. Aunque pronto entenderá mis planes y se arrastrara nuevamente, pero esta vez por otras razones mucho más beneficiosas.
- ¿Que es esta vez?
Roose Bolton, se erguía sobre sus pies y miraba con curiosidad la situación que ahora afrontaba. ¿Pensara que quiero coleccionar mujeres?
- Es la hija del posadero que le hable. Contacto con los Manderly cada vez que envían a sus hombres por información.
- Y la trajiste para comprometer su lealtad, debe estar huyendo en este instante.
- Puede ser, pero le di una salida más amistosa, además quiere mucho a su hija…creo.
El ceño del Lord de Dreadfort se fruncieron. A pesar de mis iniciativas aun no era lo suficientemente "adulto" para ser de confianza a los ojos de los adultos. Menos para estos temas escabrosos, el juego del poder tenía sus reglas.
- Tengo curiosidad Domeric, continua.
Una leve sonrisa fugaz desapareció de su rostro. En sus momentos de espera pensé en los planes que tenía.
- El posadero enviará un mensaje a los Manderly diciendo que su hija ha sido elegida para servir en Dreadfort.
- Demasiado simple pueden ver fácilmente que la tenemos de rehén.
- Si lo es, por eso Ela debe filtrar información crucial, algo como los "ensayos" del maestre Uthor. La ciudadela estará encantada y los curiosos tendrán un nuevo objetivo.
- Eso es…
- Los diseños que mandemos a la ciudadela no importarán. Si aun así logran recrear algo, estarán sobreestimado su utilidad.
Su mirada evaluadora se tranquilizó poco a poco. La diferencia en sus facciones era imperceptible para personas ajenas a su forma de ser. Personalmente creía que su padre tenía algún problema con los músculos de su rostro. No era normal tener el rostro tan serio.
- ¿Sobreestimado?
- Es simple, mientras los curiosos busquen formas de desenterrar mis ideas, yo las mejoro.
- Ya veo, no es descabellado.
¿Era momento de los cumplidos? Si lo pensaba con detenimiento, había arrastrado a una niña fuera de su hogar y estaba siendo felicitado por ello. Los nobles seguramente tenían estándares distintos de madurez.
Con esa declaración mi padre soltó la correa y me dejo hurgar en el mundo de las conspiraciones. Ela se convertiría en mi sirvienta, aunque por ahora termino como aprendiz de una de las mujeres de Dreadfort.
Arren llego la semana siguiente con fingidos llantos. En lo profundo de sus ojos algunos rastros de ira se ocultaban. Estaban rojos de tanto llorar o era de la falta de sueño, me pregunte. Me informo que ese mismo día envió el mensaje. Un cuervo negro llegaría a White Harbor pronto, no sabía si creerle. Pregunto por su hija y si podía hablar con ella.
- Podemos arreglar eso, pero para más seguridad, será en tu hogar. Tu hija ira sola, pero, estará siempre vigilada. ¿Entiendes verdad?
- Si mi Lord, solo soy un hombre que se preocupa por su única hija.
Arren parecía un padre devoto, después de todo.
- Bien con eso terminada toma esto. Es por las molestias y por un futuro mejor para nuestras familias.
Sus llantos se calmaron por primera vez desde que entro a la habitación. Los brillos de las monedas acobardaron sus pensamientos incrédulos. No iba a obligar lealtades que podía comprar, especialmente cuando la colaboración recién empezaba.
- Son diez dragones de oro, tu hija tendrá educación. Se lo pediré como un favor al maestre Uthor. ¿No es un mal trato verdad?
- Mi Lord, pudo haber empezar por esto…
Dijo Arren mientras su rostro no dejaba de mirar las monedas, era la ambición que tanto añoraba. Es por eso que preferí intimidarlo, tendría que evitar ser mordido por los perros ambiciosos que criare.
- Por supuesto que pude empezar con esto, Arren, pero entonces le quitaría lo divertido al asunto.
La casa Manderly tendría su momento. Pero ahora tenía que resolver las cosas primero en casa. El paraíso poco conocido estaba por comenzar.