Después de que Rick se vaya, mi ira se apodera de mí y no me deja ir. Grito de frustración y arrojo un vaso de cristal contra la pared más alejada de mi dormitorio. El sonido de su rotura me produce un breve momento de satisfacción, pero no dura mucho. Empiezo a pasear por la habitación cuando oigo que llaman a la puerta.
—Estoy bien, Carl —grito.
—Soy yo, querida, Evanora.
Abro la puerta y la encuentro a ella y a Carl de pie, con expresiones recelosas. Le hago un gesto para que entre y Carl cierra suavemente la puerta para darnos intimidad.
—Parece que lo estás pasando mal —comenta.
—Podría decirse que sí. Estoy muy frustrada con todo esto. No sé en quién confiar y me cuestiono decisiones que ni siquiera recuerdo haber tomado —exclamo.
—Estoy haciendo todo lo que está a mi alcance para encontrar una manera de recuperar tu memoria. Lo siento mucho, querida —responde con desazón.
—¡No tienes nada que lamentar! Rick interrumpió tu hechizo —digo enfadada.
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