—Señorita Laura Kiels, permítame preguntarle una vez más. Ahora, sea sincera con nosotros, señorita Laura Kiels. ¿Su respuesta sigue siendo la misma que la última vez? —preguntó el investigador.
Las manos de Laura estaban apretadas fuertemente en su regazo. Se esforzaba mucho en mantener la compostura antes de responder. —Yo nunca le pedí a mi gerente, Robert, que hiciera eso.
El investigador asintió levemente, mirándola, pero mantuvo su calma y ojos impasibles. Antes de que pudiera hacer otra pregunta, Laura de repente habló de nuevo.
—Oficial, señor, lo siento, pero ¿me ha pedido venir aquí solo para repetir las mismas preguntas? Me dan ganas de vomitar. Me siento nauseabunda, señor —preguntó Laura Kiels.
Tomó una respiración profunda antes de continuar. —Y, creo que ya he respondido a todas ellas. ¿Verdad, señor? —su voz sonaba suave. Sin embargo, sus ojos traicionaban su molestia con esta segunda ronda de preguntas.
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