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—¿Qué podría ser más aterrador que las cosas que ya le había dicho? Mientras reflexionaba sobre esto, él continuó:
— No se te permite sonreír a ningún hombre, ¿entiendes? Tu sonrisa y tu cuerpo solo deben ser para mí.
—Su expresión era seria, sin dejar espacio para la negociación. Valerie no podía permitir que él montara en su alto caballo de arrogancia durante tanto tiempo y preguntó:
— ¿Y tú? ¿Se te permite sonreír a alguna mujer?
—El Alfa Denzel sonrió, y su respuesta la sorprendió:
— Depende de ti establecer tus condiciones, pero en lo que a mí respecta, he expresado las mías, y no se te permite ir en contra de ellas.
—Él afirmaba que era una mujer libre, pero poco a poco ella se dio cuenta de que su definición de libertad era muy diferente a la de ella.
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