Con gran dificultad, Fu Shiyan finalmente logró sacar a Shen Feiwan de los restos, moviéndola rápidamente a un lugar lejos del taxi.
Había la posibilidad de que el vehículo explotara o se incendiara de manera espontánea después del accidente.
—El conductor... —Shen Feiwan le recordó débilmente.
—¿Todavía estás pensando en salvar a otros? ¿Te das cuenta de lo peligroso que fue para ti justo ahora? —La cara de Fu Shiyan estaba fría como el hielo.
Su voz era alta, apenas ocultando la ira en su interior.
Las manos que sostenían a Shen Feiwan temblaban involuntariamente, un temblor sutil pero contenido...
Shen Feiwan permaneció en silencio.
El accidente de coche de esta noche fue realmente su culpa.
Había visto a él, al que había estado buscando.
Incluso con solo un vistazo, estaba segura de que era él.
Por eso había salido como una loca del banquete nocturno, persiguiendo sin descanso el coche en el que iba.
Sin embargo, el accidente le hizo perderle la pista.
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