Gabriel se acercó a la mansión donde iba a tener lugar la reunión de los Eruditos.
La mayoría de los Eruditos prominentes habían recibido una invitación que les permitía una entrada fácil. Sin embargo, la entrada no estaba prohibida tampoco para aquellos sin invitación. Simplemente tenían que probar que en verdad eran académicos con una gran cantidad de conocimiento.
Al acercarse Gabriel a la mansión, los guardias primero observaron su atuendo. Aunque la ropa de Gabriel también estaba inmaculada, por alguna razón, los guardias no sintieron que realmente fuera un académico.
—¿No tienes una invitación, cierto? —preguntó el guardia—. Supongo que en ese caso tendrás que hacer la prueba, ¿a menos que hayas llegado aquí por accidente y no tengas interés en asistir a la reunión de los Eruditos?
Gabriel asintió en respuesta. Aunque él no sabía en qué consistía la prueba, solo tenía que quedarse ahí hasta que la Diosa del Agua llegara.
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