La atmósfera dentro del Palacio Real estaba marcada por una sensación de grandeza y poder. Las paredes estaban decoradas con obras de arte e incluso las lámparas parecían caras, hechas de cristal que emitían una luz suave que bailaba sobre las pulidas superficies de mármol.
En el salón principal, lugar que alguna vez había sido escenario de muchas batallas, Petril se detuvo y dijo:
—Kaizen y Xisrith, ¿tienen hambre? Hace unos minutos ordené preparar la cena para el Rey, ¿les gustaría unirse a él? —Petril miró cálidamente a Kaizen, pero en los ojos de Xisrith se vislumbró un atisbo de algo más profundo entre las líneas de esa mirada, como si Petril ya supiera el motivo de la visita.
—Sería agradable, Petril. Gracias por su atención, realmente quería hablar con Steveren —respondió cortésmente Kaizen.
—Muy bien, acompáñenme, por favor —dijo Petril.
Al caminar por uno de los primeros pasillos, Petril lanzó una mirada casual a Xisrith.
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