—Okay, okay... Pero ¿qué tal si lo hacemos corto? ¿Dónde está tu amo? Porque obviamente no eres el Primer Obispo, eres demasiado débil —La criatura apretó los dientes. Su ira se mezclaba con el dolor causado por los golpes de Kaizen. Sus ojos se fijaron en el Psíquico con una mezcla de odio y desesperación.
—Mi amo... el Primer Obispo... está más allá de tu alcance —gruñó la criatura con su voz temblorosa de frustración—. No tienes idea del poder que posee. Ninguno de vosotros humanos lo tiene.
Kaizen mantuvo su sonrisa confiada, pero un atisbo de precaución se coló en sus pensamientos. Sabía que la amenaza del Ojo de Hermodr no se limitaba solo a los que estaban en su camino, sino que el Primer Obispo era uno de sus mayores problemas.
—¿Así que estás dispuesto a morir por él? —Kaizen provocó—. ¿Estás dispuesto a sacrificar tu vida por la causa de un simplón?
La criatura gruñó y su furia alcanzó un nivel aún más alto.
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