Con un chasquido, la gran puerta al final del corredor comenzó a abrirse lentamente. Korgrak retiró el Orbe y observó con cautela mientras la abertura en la pared se hacía más y más grande. Al mismo tiempo, una luz tan brillante como el sol se vertía a través de la abertura, revelando una escena cegadora detrás de ella que dejó al psíquico paralizado.
Era un jardín, pero no un jardín cualquiera. Era el jardín más hermoso y magnífico que Kaizen había visto en toda su vida. Flores coloridas y exóticas florecían por doquier, y árboles altos y majestuosos se elevaban hacia el cielo. El aire estaba lleno de un dulce y fresco perfume, y extraños pajaritos de todos colores volaban alrededor felices. Las alas de estos pájaros latían tan rápido que apenas podían verse, como colibríes.
Los miembros de la guild se quedaron sin aliento mientras miraban alrededor del jardín. Incluso Korgrak, que usualmente era una persona bastante severa, parecía estar fascinado por la belleza del lugar.
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