Pronto, se acercaba el día de la competencia y solo quedaban tres días para prepararse. Los cinco participantes fueron convocados a la oficina de Aethelwolf.
Los dos Guardias Sombríos fuera de la oficina abrieron la puerta para ellos. —Pueden entrar.
Alec y los demás entraron nerviosamente a la oficina. En sus mentes, Aethelwolf era una figura insuperable. ¡Lo adoraban como a un dios!
—¡Saludos, Rey Aethelwolf! —saludaron a Aethelwolf, quien en ese momento estaba manejando un montón de documentos.
—Tomad asiento primero. Partiremos del territorio después de que termine con estos papeleos —murmuró Aethelwolf con una sonrisa.
—¡Gracias, Rey Aethelwolf!
Tan pronto como se sentaron, una sirvienta vestida con uniforme de ama de llaves les sirvió café.
El fragante aroma del café calmó sus nervios.
—¡Delicioso! —murmuró sorprendido Miguel.
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