Las preguntas que venía a hacerle al Rey Uuthli'vlos estaban dirigidas a Vhol'drokk, no a este joven rey. Pero eso ahora era lo de menos.
Su enojo todavía hervía bajo la superficie, porque tenía la sensación de que este nuevo rey era igual que el anterior, si no peor. Pero no quería correr riesgos.
El mago de la corte era un factor desconocido. Este nuevo rey era otro.
Y lo que sea que estuviera nublando la mente del viejo rey era un tercero.
Con todas estas preguntas y sin respuestas, Astaroth no sentía que debiera provocar al oso. Tal vez si aún tuviera acceso a la Protección Real, intentaría sacarles respuestas.
Pero en este momento, todavía corría el riesgo de ser superado por la carta salvaje que era el mago de la corte.
Astaroth se preguntaba qué cuestión debería plantear, para no parecer sospechoso por venir a exigir respuestas y simplemente marcharse.
—Habla, distante Rey. No tengo todo el día para complacerte —gruñó el joven rey, su tono lleno de impaciencia.
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