—He cambiado de opinión —Raydon miró hacia Tika, quien se retorcía en sus llamas, y dijo mientras retiraba sus llamas.
Con la liberación de su agarre, el cuerpo carbonizado de Tika cayó al suelo. Su rostro antes seductor, que tenía el poder de cautivar la atención de quien lo mirara, ahora mostraba las horribles marcas de graves quemaduras. La piel se adhería tenazmente a su cráneo, mientras su nariz y párpados se derretían, dejando sus cuencas oculares vacías. Sin embargo, a pesar de su estado desfigurado, todavía había un espectáculo peculiar que contemplar: su pecho subía y bajaba de manera errática, lo que era evidencia del delgado hilo de vida que luchaba por existir dentro de ella.
Mientras esperaban que Raydon terminara su frase, todos en la sala miraban el cuerpo de Tika, que era el tipo de cosa que le daría pesadillas a una persona promedio.
—La mantendré como mi criada, pero también quiero otra —Raydon le dio a Cael una sonrisa burlona antes de hablarle.
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