—Presumiendo —comentó Ali mientras levantaba a Jelia sobre sus hombros.
Encaramada sobre Ali, Jelia se movía buscando acomodo, mirando hacia el suelo y dándole patadas al pecho de Ali.
—Se siente como si me hubiera convertido en un titán... Ali, ¿puedes llevarme así en nuestros viajes de ahora en adelante?
—¡Ni en tus sueños! —Ali rodó los ojos y avanzó—. Aférrate bien, esto es una oferta única. Después de esto, cada quien seguirá su propio camino.
—¡Tacaño! —Howard habría dicho que sí.
...
El pueblo era pequeño, ni siquiera tenía un nombre específico en el mapa.
Era simplemente conocido por dos enormes robles en la plaza central, lo que hizo que transeúntes y aldeanos lo llamaran Pueblo del Roble.
El pueblo no era grande, con una población que no superaba los doscientos habitantes.
Un simple cercado de estacas de madera servía como toda su defensa.
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