La tensión en el aire era palpable.
Mientras Sebastián —el hombre que acababa de lanzar a Jet varios metros lejos con una velocidad que trascendía lo que los ojos humanos podían seguir— se paraba frente a Lux, la compañera del caballero oscuro, todos estaban en silencio y observaban.
Sebastián era indudablemente más fuerte que la mayoría de los Aventureros, y aún ahora, era increíblemente fuerte. Sin embargo, solo con escuchar los murmullos entre el grupo dentro de la barrera blanca, era fácil ver lo que la gente pensaba.
—¿Siempre fue tan fuerte? ¡Venció a Jet así nomás!
—¡No seas tonto! El Señor Jet ha estado luchando y protegiéndonos todo este tiempo. Por supuesto que va a estar agotado.
—¡Sí! Si estuviera a pleno poder, ¡nunca perdería!
—A-ahh…
—¿Qué día te uniste?
—Día 4.
—No me extraña. Yo he estado aquí desde el Día 2, pero conozco gente que estuvo con él desde el Día 1. ¡El hombre es una bestia, y no descansa!
—¿¡En serio?!
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