—¿Estás con los bienes? —la Elfa llamada Aurora finalmente rompió el silencio con su pregunta. Sus ojos se estrecharon y su ceño se profundizó. Rey pudo ver cómo ella fortalecía su agarre del bastón y nada en su comportamiento denotaba amabilidad. A pesar de que los Elfos eran corteses, eso no los hacía automáticamente amigables. —Ella tiene la guardia levantada, ¿eh? Incluso puedo sentir a otros diez Elfos que se esconden a gran distancia. Mejor no menciono eso, aunque... —sus pensamientos se dispersaron. La atmósfera era un poco demasiado tensa para su gusto, pero no se podía evitar. Rey echó un vistazo a Aldred, quien lentamente asintió con la cabeza. Tomó una respiración profunda y se calmó. —No puedo estropearlo. Terminemos con esto.
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