—El resto de las dos cartas que Lady Lucy había enviado no decían nada acerca de quién era la persona a la que se dirigía ni parecía haber una respuesta a sus cartas, lo que tenía sentido ya que el cartero había devuelto la carta ya que la ubicación de la persona había cambiado —Elisa se preguntó si Lady Lucy sabía que la persona se había mudado, pero entonces, si lo supiera, no habría enviado tales cartas, y se preguntó por qué el otro lado de la carta no le había dicho de antemano que se habían mudado de casa—. ¿Había alguna razón o se había hecho a propósito? ¿Era esta persona similar a otras que la habían ignorado y habían hecho la vista gorda hacia ella porque la consideraban indigna de su tiempo? Preguntas como estas no podían responderse sin respuesta. Lady Lucy tardó ocho cartas en finalmente dejar de escribir una. La última carta decía:
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