—No sé —respondió Esther con toda honestidad—. Pero sí confío en que esa persona te quiere por una razón diferente y es para destruir el infierno. El Ángel había estado conspirando bajo las narices de todos de la manera más furtiva posible de tal forma que uno no puede saber qué ha hecho, quizás sea él del que hablaste, la posibilidad es alta.
—El Cielo también está lleno de Demonios, ya ves —dijo Ian con un zumbido en sus labios.
Elisa no sabía qué pensar. Ella creció con la idea de que el Cielo es un lugar libre de pecados, pero ahora parece que incluso el lugar más limpio de los tres reinos aún albergaba personas que podían causar y desear la destrucción— un plan que era lo opuesto a lo que el Cielo enseñaba a los demás.
—Bel —luego llamó Ian y Elisa volvió sus ojos para mirar al demonio de cabello rubio que asintió. Llevó ambas manos a sus bolsillos, acercándose con tranquilidad a la celda cuando Elisa dio un paso atrás y se alejó de ella.
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