—¿Qué demonios estás diciendo? —gritó Nancy.
—Dijiste que querías pruebas y con pruebas estoy segura de que el Señor Maroon sabrá quién tiene razón y quién no —dijo Elisa. No había enojo ni tristeza en sus ojos, sino más bien una mirada de lástima hacia Nancy. No sabía nada acerca de Nancy, pero había pensado desde la primera vez que conoció a la mujer que tenía una profunda mirada de celos. Estaba celosa de todo y eso era evidente para sus ojos.
—¿Qué pruebas? Muéstrame si tienes alguna —bufó Nancy.
—Las tijeras que usaste para cortar nuestra ropa, todavía están en tu bolsillo y esa es la prueba —afirmó Elisa mientras una capa de incredulidad se esparcía por el rostro de Nancy.
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