Una vez que la figura de Torak desapareció de su vista, Raine no pudo evitar sentirse nerviosa. Su inquietud aumentaba cuanto más tiempo miraba el oscuro túnel frente a ella.
Por eso, se agachó junto a la entrada con Calleb justo a su lado.
—¿Y si le pasaba algo a Torak allí abajo? ¿Y si esto no era más que otro truco de los diablos? ¿Y si había un monstruo desconocido encerrado allí?
La cabeza de Raine zumbaba con preguntas sin cesar, incapaz de pensar claramente o evaluar la situación.
Raine realmente quería que Torak volviera ya mismo.
Cuando pensó que su cabeza explotaría de tanto pensar, sintió una gran palma sobre su cabeza, revolviendo su cabello en un movimiento reconfortante.
Fue entonces cuando Raine se dio cuenta de que Calleb la había estado mirando con una suave sonrisa en sus labios. Su voz era tan cálida y tranquila cuando habló.
—Él estará bien. El Alfa volverá pronto —murmuró Calleb.
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