—¿A dónde crees que vas? —Luciano, que aún sostenía a Hazel en sus brazos y corría hacia el edificio anexo, saltó hacia atrás.
Estaba a punto de barrer a la persona con un hechizo. Pero sus ojos se llenaron de alivio cuando notó que no era otra sino Anne.
—¿Estás aquí? Pensé que tú... —sacudió la cabeza—, no tenemos mucho tiempo que perder. Su energía... Parecía que estaba sufriendo un exceso de energía.
—¡Intenté despertarla pero no responde! —Anne asintió ya que lo sabía desde que lo había visto.
Dejó de flotar en el aire y la miró fijamente. En el momento en que sus pies tocaron el suelo, tomó a Hazel de Luciano y desapareció.
—Oye, ¿por qué me dejas solo? —preguntó mientras miraba alrededor, asustado.
—Es por tu propio bien. Rafael se ha vuelto loco, pronto vendrá a buscarte. —oyó la voz que perduraba en el aire antes de que todo rastro de ellas desapareciera.
Le tomó unos segundos darse cuenta de lo que había sucedido, pero eso solo lo enfureció aún más.
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