Cuando Ainsley escuchó el lamento miserable de Cellino, inmediatamente se puso de pie y corrió hacia el borde del patio trasero.
—¿Cellino? ¿Qué está pasando? ¿Estás bien? —La bebé intentó mirar el cielo lejano para ver a Cellino, pero todo lo que pudo ver fue un punto de pelaje blanco.
El gato estaba luchando cerca del campamento enemigo, a aproximadamente una milla de distancia del patio trasero. Ainsley no podía ver tan lejos.
Un segundo... dos segundos... medio minuto…
Cuando Cellino no respondió en unos pocos segundos, Ainsley preguntó una vez más mientras miraba el cielo nocturno con el rostro pálido.
—¡Cellino, respóndeme! ¿Estás bien?
¿Por qué Cellino no responde? ¿Qué le pasa?
El corazón de Ainsley comenzó a latir rápido. El sudor le caía por la frente y de repente sintió frío en la espalda. Sus manos y pies temblaban...
¡Tenía un presentimiento ominoso!
Sin embargo, justo después de eso, sonó en la mente de la niña la débil voz de Cellino.
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