El jefe de la cocina entró junto con las tres criadas, quienes miraron a su alrededor confundidas, preguntándose por qué la habitación lucía extraña y olía a humedad.
—Alicia les mostró la mesa donde dejaron todo, y las miró con asombro. ¿Cómo había pensado Harold en enviarle todas esas cosas? —Al ver esto, Luciana no pudo evitar sentir envidia y le provocó una gran tristeza. Durante los cuatro años desde que se había casado con Iván, él nunca había hecho algo así por ella.
—¿Nos puedes dar la lista de cosas que quieres ahora? —El hombre le preguntó educadamente a Alicia cuando las criadas terminaron de servir la comida.
El rostro de Alicia se iluminó al pensar en todas las cosas deliciosas que había evitado comer porque estaba cuidando su peso. Bueno, este no era su cuerpo, así que ahora podía comer todo lo que quisiera sin miedo a engordar.
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