De vuelta en la mansión, Scarlet estaba sentada al lado de la cama de Aurora, cuidándola ya que Aurora aún no despertaba. Había estado a cargo de cuidarla desde hace una semana. Era devastador ver a su mejor amiga acostada en la cama como un cadáver. El doctor de la manada dijo que solo había logrado tratar las heridas externamente, pero no podía garantizar su completa curación interna.
—¡Despierta, vamos a aplastar el trasero de esas perras juntas! —Sosteniendo su mano, Scarlet suplicaba y suspiraba cuando ni un solo cabello en la cabeza de Aurora se erizaba. Se preguntaba si su amiga estaba viva en algún lugar y si estaba en paz allí.
Limpiando su cara una vez más, Scarlet empacó sus cosas y apagó la luz de la habitación antes de salir de ella.
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