Fue un movimiento muy audaz.
Algo que tanto a Ena como a Hayle les disgustaba.
—¿Pero qué pueden hacer al respecto?
Mirando la mirada chispeante del soldado, Ena no pudo ocultar una mueca.
Vino aquí con la reliquia, esperando atraer tantas bestias como fuera posible para forzar a Rosalind a usar hechicería. Miró a Hayle, quien ya estaba mirándola a ella.
Parece que Hayle tenía razón sobre esta mujer llamada Rosie.
—Eres inteligente —dijo Ena—. Te concedo eso.
—¿Su Santidad? —Los grandes ojos de Rosalind pestañearon hacia ella. Desde la perspectiva de Ena, la actual Rosalind parecía una amable oveja, una digna de pena que necesitaba unas palmaditas.
No esperaba que fuera un lobo con piel de oveja, ¡una embaucadora! Esta mujer era muy buena presentándose con una fachada de inocencia.
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