—Un niño que no es acogido por la aldea terminará quemándola para sentir su calor. Ver que eso suceda ante mis ojos es bastante... delicioso —respondió el Duque Lucas mientras la miraba.
Ella giró la cabeza hacia otro lado y encontró un asiento frente a él.
—Fui imprudente —admitió.
—Lo fuiste. Pero no hay necesidad de pensar en el pasado, ¿verdad?
Ella lo miró fijamente. De hecho, tenía todas las razones para pensar en el pasado. Pero no iba a decírselo.
—¿Viniste aquí para decirme eso? —preguntó ella.
Él sonrió y con elegancia levantó su taza de té, bebiendo su té.
—Pareces una gatita malhumorada —sonrió él.
—Es en plena noche —razonó ella—. Si querías hablar conmigo, entonces quizás
—Mañana pondrán seguridad alrededor de este lugar y sería más difícil para mí entrar o para ti salir.
—Eso— Eso podría pasar.
—Pensé que podríamos conmemorar esta noche con algo de— té.
—¿No tienes algo más fuerte? —preguntó ella.
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