Eva lo vio todo a través de los ojos de Marceline, que le llegaron en destellos.
Dejó de respirar cuando vio a Eugenio sentado en el suelo a través de los ojos de Marceline, y la vampira le tiró barro en los ojos. Luego hubo un frío que nunca había sentido mientras la daga se clavaba en su estómago una y otra vez. Lo vio luchar, mientras lo dejaban sangrar con su vida escapándose.
—¿Qué? No te quedes ahí mirándome. ¡Vete! —gritó Marceline, su voz todavía mostraba el mismo orgullo.
Eva estaba en shock, sin saber cómo reaccionar. ¿Cómo podía alguien ser tan vil? ¿Cómo alguien puede albergar tanto odio y llegar al extremo de matar a personas sin ningún motivo? Se levantó y salió de la habitación.
Eva caminaba por los pasillos como si hubiera visto un fantasma, mientras el destello de imágenes seguía repitiéndose frente a sus ojos. Se dirigió hacia los cuartos de los criados, donde Eugenio estaba descansando.
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