—Dado que le interesa, lo dejaré probar —contestó Xi Ting a Yan Jingheng con calma.
—Si estás seguro, entonces adelante —suspiró Yan Jingheng. Sabía que una vez que Xi Ting decidía algo, era muy difícil cambiarlo.
Mientras tanto, toda la atención de Nei Mianmian estaba en Xi Ting. Vio que se veía apuesto con las gafas protectoras. Le cubrían la mitad de la cara y acentuaban los definidos contornos de su rostro. En cuanto a su mirada, parecía aún más fría detrás de los lentes marrones claros y era tan serena que hacía que la gente jadease de asombro. Se veía demasiado carismático. El uniforme verde oscuro le daba un aspecto muy sobrio. ¿Cómo podía resistirse a mirarlo?
—Hermano Heng, no te preocupes. Estoy segura de que Xiaobao también lo hará bien en tiro al igual que Ah Ting —intervino ella.
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