Con las frivolidades a un lado, la joven reina se sentó en el trono en medio del salón central. Como de costumbre, Esther cumplió primero con su deber hacia el harén, preguntando a las damas si había situaciones que necesitaran ser resueltas o abordadas. Después, hizo que las demás damas reales se retiraran, quedando únicamente Lady Clarisa en su presencia.
—Esta concubina saluda a Su Majestad la Reina —Lady Clarisa hizo una reverencia ante ella con una sonrisa amable y movimientos elegantes, aunque cuáles eran sus verdaderos pensamientos, solo se podía adivinar.
Esther lo aceptó con un asentimiento. —Bienvenida al harén real, Lady Clarisa.
—Gracias, Su Majestad —respondió humildemente Lady Clarisa.
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