Pronto, el carruaje real llegó al río. Desde dentro del carruaje, Seren podía ver sus hermosas y claras aguas mientras el carruaje recorría la orilla del río. El agua del río brillaba bajo el sol, como si pequeñas joyas estuvieran esparcidas sobre la superficie. Movió su mano para abrir la ventana del carruaje y obtener una vista más clara, pero el cristal estaba atascado y no podía moverlo.
—Déjame hacerlo —Cian la ayudó a abrir la ventana. El olor limpio de la vegetación que los rodeaba parecía haber refrescado su espíritu.
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