El Marqués Percy se sacudió por dentro al encontrarse contra un oponente tan aterrador, pero intentó ocultar que estaba afectado y habló con una sonrisa burlona.
—He oído que el Rey de Megaris cree en el combate justo, pero con estos poderes...
—Mis habilidades con la espada son suficientes para arrasar con toda esta fortaleza —replicó Drayce mientras le hacía señas de que estuviera listo para pelear.
—¿Ah, sí? Primero, tienes que pasar por mis soldados para alcanzarme —el marqués sonrió con suficiencia, y a su señal, sus soldados avanzaron para enfrentarse a Drayce. Mientras tanto, el Marqués Percy se había ocultado astutamente detrás de sus hombres.
Los ojos rojos de Drayce parecían sedientos de sangre. Los soldados no sabían con qué iban a enfrentarse. Ocurrió en un abrir y cerrar de ojos.
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