—¿Te estoy malinterpretando, Cielo?
Cielo parpadeó innumerables veces como si quisiera confirmar la situación. El peso sobre su pecho presionándola le decía que no estaba alucinando. Su aliento caliente que tocaba su labio superior lo respaldaba. Miró fijamente el rostro apuesto que se cernía sobre ella. Su mirada era aguda, casi perforando las profundidades de su alma.
—¿Por qué... no intentas ver si te equivocas? —susurró ella, capturando la pequeña llama bajo su par de ojos penetrantes.
—¿Debería? —Dominic inclinó la cabeza mientras la bajaba, pero justo cuando sus labios estaban a unos centímetros de los de ella, vio cómo sus ojos se desviaban hacia un lado—. Entonces, ¿estoy equivocado?
Dominic retiró la cabeza, observándola volver a mirarlo.
—No, no estás equivocado —corrigió ella, negando con la cabeza suavemente.
—Si no lo estoy, entonces ¿por qué mirabas hacia otro lado?
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