—Shao Hui se sonrojó de vergüenza, no era que no se atrevía a decir sus deseos sino que no sabía cómo. Cuando vivía con su madre, apenas venía a buscarlo ya que estaba ocupada con la guilda de caza y las nuevas y jóvenes concubinas tritón en su harén. Con nuevas bellezas añadidas a su harén cada día, ¿cómo podría su madre incluso preocuparse por su padre? Los dos vivían solos en el pequeño patio que les habían dado. Su madre solo venía a él cuando quería que le prestara sus poderes y solo entonces le preguntaría qué quería —aparte de eso, apenas le prestaba atención. Pero aunque prometiera que le traería esto o aquello, la Señora Shao aún olvidaba lo que le había prometido.
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