—¿Qué le pasó a la princesa, señor? Se fue tan abruptamente. Ni siquiera comió nada. ¿Es porque tuvo que beber la leche a la fuerza? —preguntó señorita Zoya a Sebastián, y él miró el espacio en frente de él antes de suspirar.
—No tienes que preocuparte por eso. A ella no le gusta la leche con cúrcuma, y yo medio que se la forcé en la boca. Solo está haciendo un berrinche —Sebastián se levantó de su sitio, y señorita Zoya murmuró algo en respuesta.
—Por favor, no seas tan duro con ella. La chica probablemente tenía miedo por su vida hoy, sin mencionar cómo la señora Victoria la miró y trató de insultarla —dijo señorita Zoya, y Sebastián murmuró algo.
—Tendré eso en mente. No te preocupes. Volverá para la cena de esta noche. Estaré en mi oficina —murmuró él, y señorita Zoya hizo una reverencia en señal de respeto antes de irse para atender a sus criadas y ver cómo iba su trabajo.
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