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¿Un idiota o un caballero?

Narra Alekxandra

Salí de la oficina de aquel patán, me quedé estática en la puerta y dejé salir el aire que llevaba suprimido por aquella tensión que hubo entre nosotros. Estaba segura de que estaba muy roja y se me notaba nerviosa. 

No me gustaba el giro que había tomado las cosas

Presioné el botón del ascensor para bajar y este se abrió, entré y las puertas se cerraron. Había alguien más que no le presté mucha atención. Solo podía pensar en la revolución que se encontraba en mi estómago. No podía soportar la náusea emocional que me daba solo pensar que me había tocado los labios.

No le deseaba esto a mi peor enemiga. Ese sentimiento de ser acosada, de ser obligada hacer algo que no querías como si fueras un perro que estuviera obligado a obedecer a su amo.

Respiré profundo y ahogué un sollozo, tragué. Mi corazón latía en mi caja torácica pero lo sentía martillando en mi zona auditiva. Temblaba de pavor, las escenas de aquel beso no podían salir de mi cabeza, todavía estaba en shock. Pero saqué fuerzas de donde no las tenía y pude controlarlo.

Apreté los labios mientras las lágrimas caían y las limpié con el dorso de la mano.

Levanté la mirada y observé aquel hombre de melena negra, el cual estaba siendo amable en darme un pañuelo para secar mis lágrimas.

Me miraba con atención, sus ojos eran casi negros, nunca había visto una persona con la mirada tan oscura. Pero inspiraba mucha confianza, y amabilidad. Esbozó una sonrisa para brindarme el apoyo que necesitaba.

—¿Está bien señorita?— quiso saber, miré el pañuelo extendido y estaba dudosa de tomarlo, y él me hizo un gesto con la cabeza dándome la seguridad.

— Sí estoy bien— respondí —. Solo es una alergia.

Se sonó la garganta.

—El modelaje puede ser difícil, es frustrante. Soy fotógrafo y algunas modelos se frustran al no poder posar.

Genial, había dado sentado que yo era una modelo.

¿Qué tal si le decía que iba a ser el entretenimiento de alguien y no por voluntad propia?

Forcé una sonrisa.

—No lo soy— limpié mis lágrimas, con el pañuelo —. Soy bailarina profesional.

El ascensor se abrió.

—Muchas gracias — le dije —. Muy amable de su parte.

El hombre atractivo me dedicó una sonrisa amable.

—Soy Kemal, Kemal Demir.

Le di la mano.

—Alekxandra.

Después de salir del edificio me encontré con Sonya.

Me limpié la huella de sus labios con el dorso de la mano violentamente, apreté los dientes furiosa por haberme dejado tocar de ese infeliz, que ni siquiera merecía una mirada de mí.

—¡Lo odio!—gruñí como una desquiciada—. No puedo creer que me haya tocado, me siento tan asquerosa.

Saqué el pañuelo de mi bolso y me lo pasé por los labios como si mi gesto no hubiera sido suficiente.

—¿Estás bien? —cuestionó Sonya al verme—. ¿Qué te dijo? ¿Te va a entregar a tu hermano?

—¡Me voy a volver loca!—exclamé, desesperada. enredé mis dedos en mi pelo y caminé de un lado hacia otro.

—Cálmate Alek, por favor, respira y dime que sucedió, ¿Por qué reaccionaste así?

—No se va a dar por vencido—me detuve pensativa—. Esto será más difícil de lo que pensé.

—Hablemos con mi mamá Alek—me propuso. Ya estaba angustiada lo podía notar en su mirada, y tal vez tenía razón, pero no sabía de lo que era capaz ese hombre.

—¿Qué tal si salimos de aquí primero?

Caminamos fuera de la oficina y cruzamos al otro lado de la calle. Nos adentramos en la cafetería para poder hablar más calmado.

—No puedo hablar con Veronika, las cosas están difíciles y no quiero ponerlas aún más. ¿No te das cuenta que ese hombre es capaz de todo? Secuestró a mi hermano.

—¿Y cuál es tu plan? —inquirió confundida. Suspiró.

—No lo sé, Sonya.

Puse la uña en mis dientes, ansiosa, dañando el esmalte.

—Te vas acostar con él— Afirmó, negando con la cabeza.

—No, pero le dije que sí... —silencio...

—¿Y qué pasó?

—Me... me besó— murmuré sin poder creerlo entrando en una especie de trance. Me mordí el labio con fuerza, quería sangrar a ver si me olvidaba de todo lo que había sucedido.

Abrió los ojos y lanzó un gemido de sorpresa.

—Fue mi primer beso, besé a una bestia con ropa. --expresé con tristeza. -- veo rojo Sonya, y solo me besó. ¿Qué tal si me toca y llegamos a tener intimidad? Me voy a sentir asquerosa para toda la vida.

Una lágrima gruesa bajó por mi mejilla. Sonya tomó mi mano  y lloré nuevamente, Sollocé sin importar que las personas me vieran, porque lo necesitaba más que nunca.

Emir Evliyaoglu era un animal y de eso no me cabía la menor duda.

—Me siento mal, mamá me puso en una situación difícil. —Limpié mis lágrimas —. Pero me las va a pagar, no estoy jugando.

Sonya dejó salir un exhalo.

— Lo que estás haciendo no va a dar ningún resultado. La única solución es que hables con una persona adulta y busquemos un abogado.

— Es que no se de lo que sea capaz, siempre me está amenazando, y no puedo darme el lujo de que le haga daño a mi hermano.

— ¿Acaso no lo entiendes? Él va a ganar y tú vas a perder. Eres sólo una adolescente, la ley está de tu lado. ¡Reacciona!

— Sí esto solo se tratará de reaccionar, fuera más fácil, pero no, esto se trata de negociar.

— ¿Estás segura de que lo que estás pensado hacer dará resultado? Supongo que tienes algo en mente.

—No lo se pero espero.

—No estoy de acuerdo con que te quedes callada con respecto a esta situación, pero si eso es lo que tu crees conveniente no diré más nada, me quedaré en silencio Alek. -- respondió —sólo espero que todo salga bien.

—Tiene que salir bien y si no me sale a las buenas entonces será a las malas.

Las clases para mi habían comenzado nuevamente, iba a volver a la misma rutina de siempre pero jamás sería lo mismo. Tenía un vacío en mi alma por el repentino asesinato de mi madre, así, que la escuela considerando mi situación me había dado unas semanas para organizarme. Aquella vez me sentía un poco lista aunque no del todo, al menos Sonya y su madre no me abandonan, y siempre estaban conmigo si las necesitaba.

Volví a ver a Vladimir de lejos sentado con sus compañeros, no le dediqué una mirada frívola como antes lo hubiera hecho. Su mirada se posó en mi dirección y conectó con la mía, la retiré de inmediato porque sentí que me miraba con lástima.

Se separó del grupo de sus amigos y de un momento a otro ya estaba en frente de mí con las manos en sus bolsillos.

—H...hola— tartamudeo.

Su tono de voz sonaba nerviosa, se le podía notar hasta en su postura.

-- Hola. --Saludé por cortesía, tampoco sería mal educada.

Duró unos segundos para hablar.

—Me he enterado del asesinato... es decir, de la muerte de tu madre. ¿Cómo te sientes?—preguntó. Se veía preocupado, no se veía como los demás que solo se me acercaban para averiguar qué pasó con mi madre.

Exhalé cansada. --¿Tú qué crees?— mi labio comenzó a temblar y desvié la mirada. Abrió la boca para hablar pero sus palabras quedaron estancadas en sus cuerdas vocales. Tragó saliva para después enredar sus dedos en su pelo

—Quiero que sepas que lo siento mucho y que si necesitas algo, yo estoy aquí.

Levanté una ceja.

—Quiero disculparme contigo, ya sabes, por lo del otro día. Fui un completo idiota y no tenía el derecho de faltarte el respeto.

Chasqueé la lengua

—No quiero que te disculpes conmigo por lástima Petrov.

—No es eso—movió las manos—. mi amigo Germán me retó para que te dijera todo eso.

Reí irónicamente.

—¿Y esperas que te crea, espera que crea que de idiota te convertiste de la noche a la mañana en un caballero?

Asintió muy tranquilo.

—Verás, a veces suelo ser una persona que bromea demasiado. Germán me propuso esa pequeña bromita y pensé que te lo tomarías como lo que verdaderamente era; una broma sin sentido.

—¿Y sigues esperando a que te crea Petrov?— repetí, apreté la mandíbula al observar su carita de Ángel caído.

—Sí, espero que me creas y que me disculpes—informó muy seguro.

—No quiero disculparte. Ahora si eres tan amable, fuera de mi vista.

—Vamos Alekxandra— me animó, con carisma.

—Eres un cínico,—me enfureció aún más—. No quiero saber nada de ti—espeté con rudeza.

—Está bien —se rindió —solo quería que me disculpes, pero ya veo que necesitas tiempo para hacerlo.

—¡Fuera de mi vista Petrov!—grité tan fuerte que las personas se quedaron observando por unos momentos.

Las lágrimas de impotencia se arrimaron a mis párpados por todo el estrés que estaba pasando.

Pensé que estaba lista, pero no era así. Quería desaparecer del instituto y quedarme en mi cama vuelta un ovillo, pero tenía que continuar con mis responsabilidades.

Vladimir cumplió mi petición y no volvió a aparecer por aquel día y eso me gustó al menos estaba empezando a respetar mis límites. Si volvía aparecer no iba a responder, estaba segura de que con el humor que me cargaba iba a golpear a cualquiera.

....

Al regresar a mi hogar noté que había alguien esperándome en la puerta, tenía ropa de mensajero. Al verme, se bajó a la altura donde estaba una caja gigantesca y la levantó.

—Buenas tardes—saludó amablemente—. ¿Usted es la señorita Alekxandra Bezborodko?

Lo miré extrañada.

—Si—afirmé—. ¿Por qué lo pregunta?

—El envío es para usted —reveló con obviedad.

—¿Quién lo envía?— cuestioné —. ¿Qué es?

Se encogió de hombros

—Pues no lo sé, yo soy solo Charlie el mensajero— en su mano llevaba unos papeles y me los facilitó —firme nombre y apellido para culminar.

Firmé y le di las gracias, dejó la caja en la sala. Cuando Charlie se marchó me quedé admirando la gran caja.

—¿Qué será?— murmuré para mí.

Sabía que esto era obra de ese señor pero no tenía ni la más mínima idea de qué había en aquella caja. Busqué una nota por los extremos a ver si existía algún recado, pero fue inútil.

Busqué una navaja en mi habitación y con suma delicadeza empecé a romper la caja.

Dentro de la caja grande habían tres cajas más y una nota se encontraba pegada a una de ellas.

Tomé la nota y me encaminé hasta una silla para sentarme y estar más cómoda.

Señorita ya se que se debe estar preguntando, imagino su cara llena de confusión, sin embargo voy a darle unas cuantas instrucciones para que no hayan malentendidos y confusiones:

En la primera caja se encuentra un vestido y unos calzados, esta noche lo lucirá para mí, recuerde que esta noche la invitaré a algún lugar. En la segunda caja está un pequeño obsequio para mí, véalo usted misma con sus propios ojos y prepárese, porque también lo usará con el vestido. Y en la tercera caja, se encuentra un collar de Esmeraldas, unos pendientes y un anillo, tómelo como un regalo por sus servicios.

Advertencia ⚠ ️ Debe venir, es de carácter obligatorio, si se atreve a faltar, ya sabe lo que espera. No me obligue a decirlo, no me desafié porque por las buenas soy malo y por las malas, el diablo.

Sus palabras me enfurecieron, tanto que volví la nota picadillo. Comencé a llorar de impotencia. De seguro hoy iba a ser el día en el cual se iba atrever a tocarme con sus inmundas manos. Imaginar su cuerpo desnudo contra el mío me transmitía unas ganas inmensas de vomitar.

Abrí la primera caja y en ella se encontraba un vestido verde Esmeralda y unos zapatos del mismo color. ¿Acaso estaba obsesionado con ese color? Cosa que sí, era cierta, no me sorprendía. Ese hombre era muy predecible, cuando se le metía algo en la cabeza era muy difícil sacarlo de ahí, y lo deduje porque no había dado su postura a torcer. Sin embargo, eso se tenía que acabar porque yo también valía y no iba a dejar que mis palabras cayeran al vacío. Si quería tenerme, para conseguirme tendría que hacerlo todo a mi manera. Ese desgraciado me las iba a pagar, iba a jugar su juego y yo sería la ganadora. Por primera vez en el mundo, el jugador no ganaría el trofeo.

Lo que había en la otra caja me dejó petrificada así que la cerré sin pensarlo dos veces.

Entonces, me dejé caer en el piso lentamente pensando cual sería la jugada precisa.

Y ya la tenía en mente.

Un tono

Dos tonos

Tres tonos.

—¿Alek?—La voz de Sonya se encontraba detrás de la línea un poco desconcertada.

—Sonya necesito tu ayuda—respondí sin rodeos, empecé a comerme las uñas.

—Te escucho.

—Necesito que hables con tu novio. — le dije—. Agustín es un tipo que está relacionado con drogas, ¿no es así?

Silencio.

—No voy a juzgarte por la clase de chico que elegiste... simplemente es que... verás, Emir pidió verme hoy y necesito que me consigas algo, no sé... para que lo deje durmiendo toda la noche.

—Alek no lo puedes dormir, ¿Qué tal si se da cuenta y te hace algo? Esas drogas no son un juego —respondió preocupada.

Mi mirada estaba fría y calculadora porque en eso me estaba convirtiendo.

—¿Y qué crees que debo hacer?— cuestioné con molestia —. En este momento solo pensaré en mi y en mi hermano Sonya, y por recuperar a Andrés soy capaz de hasta matarlo.

Mi amiga dejó salir un suspiro. Sonya estaba preocupada por mí más que yo, porque en lo único que podía pensar era en recuperarlo y escaparme lejos, con él donde nadie nos molestaría.

—Me estás asustando Alekxandra, de verdad que sí. Por favor, no vayas a cometer una locura atroz—me aconsejó.

—No me queda otra opción, ¿Entiendes? Necesito marear a ese patán ésta noche, de lo contrario me va a tocar acostarme con él.

—Está bien, hablaré con Agustín. En una hora estaré allá.

Me recosté un rato en la cama para calcularlo todo, esta noche cometería todas las locuras que solo había leído en un libro de ficción.

¿Quién iba a decir que la ficción se podía convertir en realidad?

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