—Bien. Si no quieres darme a Nina entonces quiero a Isabella Ruffalo.
Demetri alzó las cejas mientras Nora casi se atragantaba con sus palomitas de maíz. Antes de que Demetri pudiera decir algo, Nora exclamó:
—¿Isabella Ruffalo? ¿Mi Isabella? ¿Ojos de duende? ¿Sonrisa con hoyuelos?
Ian rodó los ojos ante la precisa descripción y asintió:
—Sí. Isabella Ruffalo. Pero no creo que alguien más esté de acuerdo en que ella sea tuya.
Nora e Ian ambos giraron sus cabezas al unísono para ver a Demetri mirando a Nora con los ojos entrecerrados. Al darse cuenta del fino hielo sobre el que estaba andando con el Demonio celoso, rápidamente levantó las manos y añadió:
—Quise decir, mi novia.
—¿Es tu novia? ¿Y qué pasa con Demetri? —preguntó Ian casualmente, una sonrisa astuta jugando en sus labios, mientras se recostaba en su silla. Y decían que dividir y conquistar era difícil. ¡Ja! Él sólo necesitaba los puntos débiles.
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