Dolly apretó el puño con enojo, pero exteriormente mantuvo una sonrisa.
—Eso no es un problema, Sra. Rosse. Steffan y yo somos buenos amigos y nos preocupamos mucho el uno por el otro, así que no me importa salirme de mi camino para hacer cualquier cosa por él.
—Gracias de nuevo, pero no gracias —Sarah rechazó en un tono cortante—. Él tiene más que suficientes personas a su alrededor como para seguir molestando a extraños —replicó Sarah mientras se colocaba directamente en la línea de visión de Dolly, impidiéndole ver a Steffan claramente.
Viendo que la conversación se estaba yendo de las manos, Steffan llamó.
—Mamá…
Al escuchar la voz de Steffan, los ojos de Dolly se iluminaron con la esperanza de que él iba a hablar en su favor, pero al segundo siguiente, Sarah se giró y le lanzó a Steffan una mirada que lo hizo tragarse al instante lo que quería decir.
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