—¡Perra! Me engañaste —Mary maldijo con intención de lanzarse sobre Erika, pero los oficiales la detuvieron.
Erika miró a Mary con una mezcla de burla y desprecio al responder. —No te engañé, Mary. Fuiste tú quien se engañó. Creíste cada palabra que salía de mi boca sin pensar con tu cerebro.
—Vas a pagar por esto —prometió Mary mientras luchaba por liberarse del agarre del oficial.
—Capitán, asegúrese de que Mary Hart quede encerrada para siempre en la cárcel con alta seguridad —dijo Ethan al capitán que asintió inmediatamente.
—Por supuesto, señor Anderson —El capitán respondió y siguió a los otros oficiales que arrastraban a Mary a su furgoneta.
Después de que todos se fueron y quedaron solo ellos dos en el almacén, Erika soltó el aliento que había estado conteniendo.
Había decidido en el último minuto no darle a Mary el veneno, sino sustituirlo por un suero de la verdad.
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