Mientras tanto, en la sala, Evanthe guiaba a Oriana en el arte de infundir su poder divino en la píldora de hierba, resultando en una creación exitosa.
—¿Por qué toma un tono verde después de que infundo mi poder divino, a diferencia del azul que tú creaste, señora Evanthe? —preguntó Oriana, con la curiosidad picada—. ¿Hice algo mal, quizás?
—Depende del atributo elemental de tu poder divino —explicó Evanthe con paciencia—. El tuyo es del viento, de ahí el verde. El mío, alineado con el agua, se manifiesta en azul. De manera similar, el Fuego produce rojo, la Tierra otorga naranja, el Hielo concede azul claro, la Luz emana blanco, la Oscuridad proyecta púrpura, y No Elemental se manifiesta en negro, representando el poder de la oscuridad.
—Ya veo. Gracias por tu orientación —reconoció Oriana agradecidamente.
—Puedes mostrar tu gratitud de una manera más tangible —sugirió Evanthe con un brillo juguetón en sus ojos.
—¿Cómo puedo recompensarte? —preguntó Oriana con sinceridad.
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