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Capítulo Dos: Sombras y Secretos

Las luces de neón de ÓrbitaCentra bañaban las calles con un resplandor etéreo, creando un espectáculo de colores que se reflejaban en los charcos formados por la lluvia reciente. Alex, con la capucha de su abrigo cubriendo su cabeza, se movía con propósito a través de los callejones, su mente enfocada en la tarea que tenía por delante.

El trabajo que Yuki le había proporcionado era claro: infiltrarse en un almacén propiedad de una corporación rival, HexaCorp, y recuperar un paquete específico. La información en el pincho de datos era detallada, proporcionando la ubicación exacta del paquete dentro del almacén y los patrones de patrulla de los Guardianes que lo protegían.

Aunque Alex había navegado por la RedSombra y había tenido su parte de encuentros virtuales, este trabajo requería una habilidad diferente. Necesitaba moverse en el mundo físico con la misma astucia y discreción con la que se movía en el ciberespacio.

Mientras se acercaba al almacén, Alex se detuvo en las sombras, observando. Los Guardianes, con sus armaduras negras y visores cibernéticos, patrullaban el perímetro con una precisión mecánica. Sus movimientos eran predecibles, pero Alex sabía que subestimarlos sería un error fatal.

Tomó una respiración profunda, sintiendo el aire fresco y húmedo llenando sus pulmones. Luego, con un movimiento fluido, se deslizó de las sombras y avanzó, manteniéndose bajo y fuera de la línea de visión de los Guardianes.

El almacén, una imponente estructura de metal y concreto, se alzaba ante él, las luces de seguridad bañando sus paredes en un resplandor frío y estéril. Alex, utilizando las habilidades que había perfeccionado en la RedSombra, hackeó el panel de acceso, sus dedos bailando sobre su NeuroEnlace mientras navegaba por los firewalls y las defensas cibernéticas del sistema.

Con un zumbido suave, la puerta del almacén se deslizó abierta, revelando un interior oscuro y silencioso. Alex se deslizó adentro, su corazón latiendo con una mezcla de adrenalina y ansiedad mientras se adentraba en las sombras del almacén.

Los pasillos, llenos de cajas y paquetes, se extendían ante él como un laberinto de posibilidades y peligros. Alex, con la información del pincho de datos guiándolo, se movió con propósito, sus ojos escaneando su entorno en busca de cualquier signo de movimiento o amenaza.

A medida que avanzaba, los sonidos del almacén, los zumbidos suaves de la maquinaria y los lejanos ecos de los pasos, llenaban el espacio, creando una sinfonía de sonidos industriales que enmascaraban sus propios movimientos.

Alex sabía que cada paso lo llevaba más profundamente no solo en el almacén, sino también en el mundo de sombras y secretos del que Yuki era parte. Pero no había vuelta atrás, no ahora. La promesa de un futuro diferente para él y su familia lo impulsaba hacia adelante, a través de las sombras, hacia el desconocido.

Alex, con su respiración controlada y sus pasos medidos, avanzó por el laberinto de cajas y contenedores en el almacén de HexaCorp. La información del pincho de datos era su guía, llevándolo por un camino predeterminado hacia su objetivo. Cada sombra era una aliada, cada rincón oscuro, un escondido temporal de los ojos vigilantes de las cámaras de seguridad y los Guardianes.

En su mente, las instrucciones eran claras: tercer pasillo, cuarta fila, caja marcada con un símbolo de riesgo biológico. Alex sabía que lo que estaba a punto de robar era peligroso, pero la naturaleza exacta del contenido permanecía envuelta en misterio. Yuki había sido clara: no hacer preguntas, simplemente ejecutar el trabajo.

Sus dedos se deslizaron sobre su NeuroEnlace, interfiriendo con las cámaras de seguridad, creando bucles temporales en su alimentación para cegar cualquier observador digital mientras avanzaba. La tecnología, una vez su salvadora en el mundo digital, ahora era su escudo en el reino físico.

Al llegar al lugar indicado, sus ojos se fijaron en la caja con el símbolo de riesgo biológico. Era sorprendentemente pequeña, no más grande que una caja de zapatos, pero su peso era notable cuando la levantó. Alex no podía evitar preguntarse qué contenía, pero sabía que la curiosidad en su línea de trabajo era un lujo que no podía permitirse.

Con el paquete asegurado en su mochila, Alex comenzó la tensa travesía de regreso, cada sombra y sonido amplificado por la adrenalina que corría por sus venas. Su mente estaba enfocada, pero los pensamientos de su familia, de Lena y Mia, se colaban, grabándole lo que estaba en juego.

A medida que se acercaba a la salida, un sonido le heló la sangre: el claro y distante sonido de una alarma resonando a través del almacén. Sus ojos se ensancharon por un momento, antes de que la determinación se apoderara de él. Alguien, de alguna manera, había detectado la brecha.

Los pasos de los Guardianes resonaban en el almacén, sus voces comunicándose entre sí mientras buscaban al intruso. Alex, con su corazón latiendo en sus oídos, se escondió detrás de un contenedor, observando cómo las luces de sus armaduras barrían el área.

Sabía que tenía que moverse, que cada segundo que pasaba era un paso más cerca de ser descubierto. Con la respiración contenida, se deslizó de sombra en sombra, evitando la luz y el sonido, moviéndose hacia la salida con la esperanza de desaparecer en la noche de ÓrbitaCentra.

La puerta, ahora cerrada y seguramente bloqueada, se alzaba ante él como un desafío final. Alex, con las manos temblorosas pero los dedos hábiles, trabajó en el panel de acceso, su NeuroEnlace zumbando con la actividad mientras luchaba contra los protocolos de seguridad de HexaCorp.

La alarma ululante del almacén perforaba la noche, una sirena discordante que se mezclaba con los distantes sonidos de la vida nocturna de ÓrbitaCentra. Alex, con sus dedos bailando sobre el NeuroEnlace, desbloqueó el panel de acceso con una mezcla de habilidad técnica y desesperación pura. La puerta se deslizó abierta con un zumbido suave, revelando la oscuridad más allá del umbral.

Sin dudarlo, Alex se deslizó hacia fuera, sus ojos parpadeando mientras se ajustaban a la penumbra de la ciudad. Las luces de neón en la distancia parpadeaban como estrellas distantes, y por un momento, Alex se permitió un suspiro de alivio. Pero sabía que no estaba fuera de peligro, no todavía.

Los Guardianes de HexaCorp no tardarían en seguirle, y necesitaban desaparecer en el vasto mar de rostros y luces de ÓrbitaCentra antes de que pudieran localizarlo. Con la mochila firmemente asegurada en su espalda, Alex se movió con propósito, sus pasos resonando suavemente en los callejones oscuros mientras se dirigía hacia el bullicioso centro de la ciudad.

La multitud era un manto de anonimato, y Alex se sumergió en ella, permitiendo que la corriente de cuerpos y conversaciones lo llevara lejos del almacén y de los peligros que acechaban allí. Su mente, sin embargo, estaba lejos de tranquilidad, reviviendo cada momento del robo, cada sombra y sonido que lo había llevado a este punto.

Yuki había dicho que este trabajo sería sencillo, que la información del pincho de datos lo llevaría exactamente a donde necesitaba ir y que los Guardianes no sería un problema. Pero algo había salido mal, y Alex no podía evitar preguntarse si había sido traicionado.

Mientras se movía a través de la ciudad, las luces de neón bañando su rostro con un resplandor multicolor, Alex sacó un pequeño dispositivo de comunicación de su bolsillo. Con un suspiro, marcó un número familiar, esperando a que la voz al otro lado respondiera.

Conexión Establecida con Yuki

Yuki: ¿Está hecho?

Alex: Sí, pero tenemos un problema. La alarma se disparó, los Guardianes estaban sobre mí antes de que pudiera salir.

Una pausa. El sonido de la estática suave a través de la conexión.

Yuki: Vuelve al punto de encuentro. Hablaremos más cuando estés aquí.

Álex: En camino.

Con la ciudad extendiéndose ante él, y los peligros desconocidos que acechaban en las sombras, Alex se movió, su mente girando con preguntas y dudas mientras se adentraba más profundamente en la noche.

El punto de encuentro era un pequeño bar en el corazón de ÓrbitaCentra, un lugar donde las luces de neón parpadeaban con anuncios de bebidas sintéticas y la música electrónica se mezclaba con las conversaciones animadas de los patrones. Alex, con su capucha levantada y su mirada fija en la entrada, se deslizó adentro, sus ojos escaneando el lugar en busca de Yuki.

Allí estaba ella, sentada en una mesa en la esquina, su figura envuelta en sombras mientras sus ojos se encontraban con los de él. Alex se acercó, su corazón latiendo con una mezcla de alivio y aprehensión mientras se sentaba frente a ella.

Yuki, con su expresión imperturbable, simplemente avanzando en reconocimiento, sus ojos oscuros estudiándolo. "Te ves bien, para alguien que acaba de tener un encuentro cercano con los Guardianes", comentó ella, su voz apenas audible sobre el zumbido del bar.

Alex, su garganta seca, simplemente moviendo sus manos apretadas alrededor de la mochila en su regazo. "Hablemos de lo que acaba de pasar", dijo, su voz baja y firme.

Yuki, inclinándose hacia adelante, susurró: "Ese trabajo, Alex, fue un test. Un test hecho por una de las corporaciones más grandes de ÓrbitaCentra".

El corazón de Alex se detuvo por un momento, las palabras de Yuki resonando en su cabeza. "¿Una prueba?" repitió, su voz apenas un murmullo.

Yuki ascendió, su mirada seria. "HexaCorp. Han estado observando los bajos fondos, buscando talentos que puedan usar. Tu habilidad para entrar y salir de ese almacén, incluso con los Guardianes en tu cola, no pasó desapercibida."

Alex, su mente girando, intentó procesar la información. "¿Por qué?" preguntó, su voz ronca. "¿Por qué?"

Yuki, su expresión suavizándose ligeramente, respondió: "Porque tienes habilidades, Alex. Habilidades que ellos quieren. Y están dispuestos a pagarte muy bien por ellas".

Alex, su mente llena de imágenes de su madre y su hermana, luchando para llegar a fin de mes, se encontró en una encrucijada. La vida en los bajos fondos era dura, y la oportunidad de darles una vida mejor era tentadora.

Yuki, viendo la lucha en sus ojos, añadió suavemente: "Te contactarán pronto, Alex. Y cuando lo hagan, tendrás que tomar una decisión. Puedes unirte a ellos, ganar créditos y tener una vida que nunca soñaste posible. O puedes rechazarlos y Seguir viviendo día a día, esperando que los Guardianes no te atrapen."

Alex, su mirada fija en la mesa, se perdió en sus pensamientos, las palabras de Yuki resonando en su mente mientras consideraba el camino que yacía ante él.

El ambiente en el bar era una mezcla de luces de neón parpadeantes y música electrónica que se filtraba a través de las conversaciones de los presentes. Alex, con la mirada fija en Yuki, procesaba la información que acababa de recibir. HexaCorp, una de las corporaciones más grandes y poderosas de ÓrbitaCentra, había puesto sus ojos en él.

Yuki, con su expresión serena y controlada, observaba a Alex, esperando una reacción, una señal de sus pensamientos internos.

Alex finalmente rompió el silencio, una sonrisa lenta y decidida se formó en su rostro. "HexaCorp, ¿eh? Siempre supe que estaba destinado a la grandeza", dijo, su voz llena de una confianza tranquila.

Yuki, aunque no mostró ninguna emoción, sus ojos reflejaban una mezcla de respeto y precaución. "No subestimes a las corporaciones, Alex. Son más peligrosas de lo que puedes imaginar", advirtió, su voz apenas audible sobre el bullicio del bar.

Alex, sin embargo, se reclinó en su silla, su sonrisa persistente. "Siempre he querido ser parte de ellos, Yuki. Tener poder, créditos, respeto... es lo que siempre he deseado."

Yuki, inclinándose hacia adelante, susurró, "Pero recuerda, el mundo de las corporaciones es traicionero. No confies en nadie y siempre mira por encima de tu hombro".

Alex asintiendo, su sonrisa nunca flaqueó. "Lo tengo en cuenta. Pero esta es mi oportunidad, Yuki. Mi oportunidad de darle a mi familia una vida mejor, de salir de este pozo y alcanzar las estrellas".

Yuki, después de un momento de silencio, avanzó lentamente. "Si alguna vez necesitas ayuda, o si las cosas se ponen difíciles, siempre estará aquí, Alex. No lo olvides."

Alex, su mirada fija en los ojos de Yuki, respondió con firmeza: "No lo haré. Y gracias, Yuki, por darme esta oportunidad".

Y así, en la penumbra del bar, entre luces de neón y melodías electrónicas, Alex se embarcó en un nuevo capítulo de su vida, uno que lo llevaría a las alturas de las corporaciones y más allá, en busca de poder, riqueza y, Quizás, una vida mejor para aquellos a quienes amaba.

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