Unos días más tarde, vuelvo a la tienda de la madre de Hai. Vendo leche, compro carne, y me aseguro de comprar algunos collares. Sorprendentemente, tienen algunos suficientemente pequeños para Terror.
Me fijo en Lin Tao, la asistente de Guo Xua. Me atiende como siempre. Pero se la ve nerviosa. La propia Guo Xua me lo confirma un rato después. Cuando está descansando en mis brazos. Con los ojos cerrados. Apretada en mi pecho. Actuando un tanto mimosa. Después de haber estado gimiendo durante veinte minutos sin parar.
–¿Tú también te has dado cuenta? Le he preguntado, pero dice que no es nada. No me quiere decir qué le pasa. Lleva una semana así. Parece nerviosa, puede que asustada. Me preocupa– me explica ella, mientras acaricio su nalga con suavidad.
Coincide con nuestra visita de la semana pasada. Supongo que la asustamos bastante. He podido notar que sigue envenenando a Guo Xua. Bueno, le dije que siguiera. Lo elimino más rápido de lo que el veneno se deposita. De hecho, no se le puede llamar exactamente veneno. Tampoco importa mucho. A menos que hable con Wan. Lo ha repetido varias veces. Incluso indignada.
Me voy cuando se duerme. A la secta. A mi cabaña. A pasar la noche con las chicas.
Liang ha subido a siete. Ya está más cerca del resto. Aunque no por ello menos apasionada. Sigue igual de dulce y servicial. Aunque no duda en jugar conmigo si la ocasión lo permite. Sin ningún tipo de remordimientos. Solo con una hermosa sonrisa traviesa. Como cuando me atan.
Bronceada está inquieta desde la revelación de Ning. Pero no le queda más remedio que esperar. Hasta que Shu traiga noticias. Y no hay garantía de que descubra nada.
Ya nos preocuparemos cuando llegue el momento. Por hoy, me duermo en los brazos de Shi. Hipnotizado por el sonido de su respiración. De sus latidos. De la calidez de su suave piel contra la mía.
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Tras copiar una de las páginas, me voy a recuperar qi. Por la sonrisita de alguno de mis compañeros, deduzco que han debido oír alguna vez los gemidos. Al menos sospechan algo. Supongo que piensan que me reúno con alguien que viene de fuera. De hecho, a veces es así. Tampoco soy el único.
Creo que al menos otros tres también aprovechan las pausas. Dos tienen una aventura entre ellos. Sé que él tiene prometida. Ella no lo sé. Hay muchas parejas prometidas por sus padres. No todas están contentas con una situación que no han elegido.
Algunos creen que podrán escaparse de ese destino. Aunque para ello tendrán que llegar a ser suficientemente fuertes. No todos lo lograrán. Aunque eso no significa que no se diviertan mientras están en la secta.
Hay comprometidos que están satisfechos con los arreglos. Incluso felices. A veces solo uno de los dos. Los hay quienes simplemente lo aceptan. Se someten a la voluntad de sus familias.
Bang Rui entraba en esa lista. Su prometido también. Aunque no era fiel. Y ella bastante celosa. Por eso pasó lo que pasó con Shi y Song. Claro que eso era antes de que su prometido quisiera matarme. Y ella acabara convirtiéndose en mi esclava.
Di Tao está en una situación similar a la que estaba Rui. Acepta su compromiso. Aunque, a diferencia de Rui, a regañadientes. Sabe que su prometido no le es fiel. Eso la frustraba. Por eso se metía con las otras estudiantes. Y por eso ha acabado sometida a mí. Entre venganza, lujuria y tener a alguien que le haga un poco de caso.
Oh. Precisamente está fuera. Rui tendrá que esperar. Le abro la puerta. Viene en seguida. Está extraña. Parece deprimida. Se tira a mis brazos. Me besa. ¿Era antes tan apasionada?
–¿Cuándo has vuelto?– le pregunto, mirándola a los ojos.
–Ayer por la noche. Házmelo. Hazme olvidar todo– pide con desesperación.
Algo le ha pasado. No me da tiempo a preguntar. Se quita las bragas. Se sube la falda y se tumba sobre una mesa. Bocabajo. Sus pies en el suelo. Sus piernas ligeramente separadas. Mostrándome su culo. Invitándome.
–Fóllame. Penétrame. Destrózame– insiste
Le cojo una nalga. La separo un poco más. Con la otra mano penetro su ano. Para lubricarlo. Ella se estremece. Gime suavemente.
–¡Métela ya!– reclama –¡¡AAAAaaaahhh!!
La penetro. Hasta el fondo en la primera embestida. La empujo contra la mesa. Ella pide más. Así que acelero. Con qi. Estremeciéndola. Satisfaciéndola. Haciéndole olvidar sus frustraciones.
–¡¡AAAAAAAaaaahhhhHH!! ¡Maldito Wu Kai! ¡Qué te jodan! ¡¡¡HHHHHHAAAAAaaaaaahhhhHHH!!!
En su segundo orgasmo, está maldiciendo a su prometido. Wu Kai. Puedo ver lágrimas resbalando por sus mejillas. No sé qué ha pasado en la su misión. No hay duda de que fue peor de lo habitual. Si no, no estaría así. Parece furiosa con él. Y frustrada.
Me aseguro de absorber su qi. Y su yin. Aunque menos que otras veces. Parte lo uso para ayudarla a curar sus heridas. Tiene varias. Una profunda. Está medio curada. Quizás por eso se ha puesto en esa posición. Para no quitarse la ropa. Para no dejarme verla.
No hago nada que sea demasiado evidente. Me ocupo de las cicatrices internas. Las que le podrían ocasionar problemas en el futuro. De momento, una parte. Seguiré la próxima vez. No puedo ser demasiado obvio.
Finalmente la lleno. La dejo jadeando sobre la mesa. Doy la vuelta. Me pongo en el lado hacia el que está girada. La miro a los ojos.
–¿Qué pasó con Wu Kai?– le pregunto.
Es el mejor momento para preguntar. Ahora que está satisfecha. Y agotada. Sus defensas bajas. Tengo curiosidad por saber qué ha pasado.
–Aaah… El muy hijo de cultivadora maligna… Él y su zorra quisieron matarme… Aah… Un accidente dicen… ¡Y una puta mierda! ¡Si no hubieran estado los demás, me habrían rematado…!
Hay ira en su voz. Supongo que se siente traicionada. No sé qué decir.
–Me da igual que estuvieran toda la misión flirteando. O que se fueran los dos a follar. Todos lo sabían. Me miraban con lástima. Era humillante, pero no la primera vez. ¿Cómo podía imaginar que también iba a querer matarme? ¡Puto cabrón!
Todo lo que puedo hacer es abrazarla. Dejarla llorar. Nada de lo que diga puede consolarla. No puedo estar seguro de si es verdad o solo lo imagina. Quizás solo fue un accidente. O quizás no. Lo que está claro es que ella cree que intentaron matarla. Además, le guste o no, sigue siendo su prometido.
Ninguno de los dos puede desafiar a sus familias. Por lo que me contó, son bastante poderosas. Claro que si ella muriera en un accidente… No sé si es verdad. Pero su prometido podría tener un motivo.
Tendré que investigar un poco sobre ellos. Aunque no creo que pueda hacer nada. Su cultivación es bastante más alta que la de ella. Y por tanto que la mía.
Tarda un rato en calmarse. Al final me sonríe. Antes de marcharse. Con los ojos enrojecidos. Me da un poco de pena. Al principio acepté follarla porque me resultaba conveniente. Ahora me gustaría hacer más.
Yo respiro hondo para calmarme. Si no, no podré concentrarme en copiar la siguiente hoja. Si no tiene toda mi atención, cometeré algún error.
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Cuando vuelvo, he de recuperar qi. He copiado las dos últimas hojas seguidas. Casi he agotado mis reservas. Así que ordeno a Pu Rong que me cabalgue. Dándome la espalda. Mostrándome sus voluptuosas nalgas. El tamaño de sus pechos me permite ver su contorno incluso desde atrás. Mientras botan obscenamente.
Hai y Ning están cada una a un lado. Agarro una nalga de cada. Apretándolas. Comparándolas. Disfrutando de su elasticidad. De su suavidad. Reclamándolas como mi propiedad. Rui lame mi miembro mientras penetro a Rong. Mis testículos.
Ning me besa. Sus pechos apretados sensualmente contra mí. Hai los aprieta desde el otro lado. Besándome el cuerpo. Servicial. Rendida a mí. Las hago turnarse de vez en cuando. Mientras disfruto de la vagina de Rong. Mientras sus gemidos llenan la habitación.
Ning es más lasciva. A veces parece desesperada por el placer. Hai más servicial. Entregada. Rong simplemente cumple. Rui es servicial y lasciva a la vez.
Es más evidente cuando lleno a Rong y la cambio por Hai. Se nota que intenta complacerme. Por sus movimientos.
Cuando es el turno de Ning, es más salvaje. Se mueve con lujuria. Pensando solo en su placer. Tengo que darle un suave cachete en las nalgas. Es mi esclava y tiene que servirme. No al revés. A veces no estoy seguro.
Rui es también salvaje. Pero solo si le doy permiso. Busca su placer y el mío a la vez.
Cuando acabo con ellas echo un vistazo a las chicas.
Shun está entrenando sola. Le queda mucho para dominar su arma. O su primera técnica. Ha elegido empezar con la de movimiento. Las gemelas le consiguieron un manual de técnicas básicas con el cetro. No son muy sofisticadas. Más bien defensivas. Puede practicarlas incluso sin qi. Es lo mejor por ahora. No tiene mucho. Solo está en la tres.
Hay que decir que está bastante entusiasmada. Está mañana, me ha confesado que aún no se lo acababa de creer. Mientras estaba sentada sobre mí. Moviéndose suavemente. Abrazándome. Besándome.
Liang está jugando con Rayitas y Terror. Les dispara flechas y ellas las esquivan. Puede disparar varias consecutivas. Tratando de averiguar dónde van a ir. De cortarles el paso. Por supuesto, las flechas no tienen punta ni qi ofensivo. Incluso si les da, no les hace daño. Y tanto la pequeña rata como la pequeña tigresa disfrutan con el juego. Aunque la tigresa ya no es tan pequeña.
Se hacen cada vez más fuertes. No tan rápido como las chicas, pero más que un cultivador normal. Al parecer, no es raro si les das la comida adecuada y están en un entorno rico en qi. Tienen ambos.
Yu está ahora dando de comer a las salamandras. Su hermana hace de árbitro entre Shi y Lang. Las dos usan espadas. Es un espectáculo verlas luchar. Aunque Lang es menos diestra. Había empezado a practicar antes que Shi. Antes de que la adoptáramos. Pero no lo gusta mucho luchar. Ni entrenar. De todas formas, no puede escaparse. Las chicas la obligan.
Shi, por su parte, pone un gran esfuerzo. Como Song. También las gemelas. Las entiendo. Quieren ser más fuertes. Unas para vengarse. Otras para no volverse a sentir impotentes. Liang se lo toma algo más relajadamente. Aunque no deja de practicar todos los días.
También se esfuerzan mucho Bronceada y Rui. Rong es más bien apática. Ning ha mejorado desde el problema con Bronceada. No sé cuánto le durará. Hai cumple. No se esfuerza de más. Tampoco deja de entrenar.
En cuanto a Wan, nunca la he visto entrenar. Aunque es la más devota de todas. Hacia la alquimia, claro. Aunque hay excepciones. Como ahora.
No me esperaba que se estuviera masturbando. Algo dice. ¿Mi nombre? Mira hacia arriba. ¿Como si esperara que la viera? Tengo curiosidad. La traigo con cama incluida.
–¡Aaaahhhh! ¡Koooong! ¡Aaaaah! ¡Más! ¡Aaaaaahh!– gime,
Está completamente desnuda. Una de sus manos acariciando su clítoris. La otra sobre un consolador. Entra y sale de su empapada vagina. He aprovechado que cerraba sus ojos para traerla. Cuando los abre, se detiene de golpe.
–¡Aaaahh! ¿¡Eh!? ¿Qué ha pasado?– se pregunta en voz alta.
–No pares ahora. Estás muy sexy– la provocó.
–¡Kong! ¡Esto no es…!– empieza a decir en pánico, sonrojándose.
–Es exactamente lo que parece. Te estabas masturbando para mí, mi alquimista pervertida. Continúa. Estoy mirándote. Esperando– la animo.
–Yo…
Se muerde el labio. Entre tímida y lasciva. Abre más las piernas. Me mira. Empieza a mover sus manos de nuevo. No tarda en volver a la velocidad de antes.
–¡Aaaaaah! ¡Kooong! ¡Es culpa tuya! ¡Aaaaaaahh!
–Si es culpa mía, tendré que hacerme responsable. No pares– la exhorto mientras me acerco.
Llego hasta la cama. Me subo a ella. De rodillas. Cojo sus anchas piernas. Las hago estirarse. Abrirse más. Las empujo hacia ella. Exponiendo más su vagina. Su ano. Que empiezo a penetrar con un dedo y lubricante. Luego dos dedos. Luego tres.
Ella me mira con pasión. Con lujuria. Gimiendo. Expectante cuando saco los dedos y me acerco más. Cuando la penetro con mi miembro. Su culo lleno de mí. Su vagina llena con el consolador. Su clítoris siendo estimulado por ella misma.
Se entrega totalmente al placer. A decir verdad, nos entregamos. Disfruto de su estrecho culo. De contemplar su cara más pervertida. Es la más pervertida de mis chicas. De mis esclavas, solo Ning la supera. No me extraña que se hayan hecho tan íntimas.
A diferencia de Ning, Wan solo quiere sexo conmigo. Sé que Ning se lo sugirió. Ella se negó. Yo azoté a Ning por eso. No funcionó. Así que la castigué una mañana sin sexo. No creo que lo vuelva a mencionar. Debe de creer que todas son tan pervertidas como ella.
Dijo no obstante que yo soy especial. No solo por el sexo. No me lo acabé de creer. Hasta que prefirió una noche acostada junto a mí que más sexo. A veces no la acabo de entender.
Como sea, Me quedo mirando un rato a Wan. Tumbada sobre la cama. Jadeando. Mirándome. Sonriéndome cansada. La beso en los labios. Luego en la frente. Y la devuelvo para dejarla descansar cuando cierra los ojos.