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Gemelas (I)

Han pasado casi dos semanas desde que llegue a la etapa cuatro del reino del Génesis. Rui está cortando madera después de que la haya penetrado y azotado. Su trasero aún está rojo. Si bien no es una belleza, es realmente sexy cortando madera desnuda. Cuando acabe, quizás me la folle otra vez.

Estoy practicando "Armadura interior". Aún no cubre ni la mitad de mi cuerpo, pero voy dominando lo que soy capaz. En teoría, debería cubrir todo el cuerpo en la etapa nueve, cuanto controle suficiente qi. Aunque es cada vez más difícil comprenderla y dominarla. Vaya, la "Detección de qi" me indica que se acerca alguien.

–Viene alguien– digo en voz baja, lo suficiente para que me oiga Rui.

Se acerca para que la mande de vuelta. Cojo el hacha, pero me oculto entre los arbustos. También recojo la madera que hay por el suelo. Mmm, son dos. No, Tres. ¿Cuatro? A final acaban siendo siete estudiantes. Mejor si no me ven, menos problemas.

–Ha sido increíble follarlas entre todos– ríe uno de ellos.

–Sus caras asustadas eran lo mejor– se burla otro.

–Sus coños apretados eran increíbles.

No puedo evitar preocuparme. Había algunas esclavas que pueden haber sido víctimas de ellos. Espero que estén bien. Me quedo esperando a que se alejen. Me voy en la dirección de la que vienen. Pero no tardo en darme cuenta de mi error.

–Mierda…

Aprieto los dientes. Son dos estudiantes atadas. Sus ropas rasgadas. Parece que han sido violadas por los otros estudiantes. Solo significa problemas para mí. Pero no puedo dejar de hacer nada. Me interrogarían seguro. Y descubrirían que no las ayudé.

A regañadientes me acerco. Sus ojos llorosos me miran. Parecen sin vida. Tampoco les ha pasado algo tan grave, comparado con lo que les hacen a las esclavas. Pero, por lo que dicen, para quienes no son esclavos es diferente. Un atentado contra el honor. Peor que la muerte. Y más si es su primera vez. Nunca he entendido por qué es tan importante eso del honor.

Hay sangre entre las piernas de una de ellas. Oí que no siempre sangran en la primera vez. También hay semen, allí y en todo el cuerpo. Me acercó con el hacha para cortar las cuerdas. Con suerte volverán por su propio pie y no me ocasionarán más problemas. Aunque no estoy seguro. Solo sollozan con la mirada perdida.

–Alto ahí– me detiene de pronto una voz.

Me giro para encontrarme con uno de los estudiantes de antes. Maldigo el no haber prestado atención a la "Detección de qi". Al estar detectando a las dos estudiantes, no me di cuenta de que había otro qi que se acercaba.

Doy un paso atrás y empiezo a deshacer el sellado del qi. El estudiante está en la etapa cuatro, como yo. Las estudiantes atadas en la tres. Doy un paso atrás. Rui coge el cuchillo medio oxidado y la ropa de esclava que le doy. Se la va poniendo mientras el estudiante se acerca, sacando una pequeña espada.

–Quería divertirme un poco más con ellas. Quién me iba a decir que se entrometería un esclavo. Ven, acércate.

Ignoro su orden y doy otro paso atrás. Invoco a Rui detrás del árbol y le hago un gesto para que espere. No quiero arriesgar a Shi. Sujeto fuertemente el hacha con mis manos. El estudiante se acerca con una sonrisa. Un esclavo en la etapa uno no es adversario para él.

–Vamos, no seas desobediente. No dolerá mucho– se burla.

Sigo caminando despacio hacia atrás. Me alejo de Rui, así el estudiante le da casi completamente la espalda. Aún me falta un poco para deshacer el sello.

–No diré nada– aseguro en tono asustado. Es medio real medio simulado.

–Los dos sabemos que no puedes mentir. Es mejor que no pongas resistencia. Será menos doloroso.

Su rostro parece desmentir sus palabras. Parece alegrarse de tener a alguien a quien matar. Se acerca lo suficiente para que Rui lo ataque por la espalda. Su cuchillo se hunde en la carne, en uno de sus puntos débiles. Puede que su etapa esté una por debajo, pero las defensas del estudiante no son tan fuertes. Su agilidad y fuerza lo son, pero no sirven contra un ataque por sorpresa.

–¡Aaagghh! ¡Maldita zorra!

Se gira y la golpea con la mano, lanzándola hacia atrás. Tiene un fuerte golpe en la cara y sangra, pero el cuchillo sigue clavado en el estudiante. Cuando intenta sacarlo, le ataco con el hacha. Usa su espada corta para pararla. Hay ira y desdén en su rostro. Lo que no espera es que mi fuerza esté a la par de la suya. Ya he deshecho el sello. Demasiado confiado y herido, la espada no puede contrarrestar el impulso del hacha. Es desviada y la hoja del hacha se clava en su pecho.

–No… puede ser…

Sus ojos desorbitados no pueden creer lo que está pasando. Escupe sangre y se desmorona, muriendo.

Las dos estudiantes lo miran con odio. Hay un leve sonrisa con desdén al verlo caer. Luego me miran a mí, asustadas. Las ignoro por un momento y me dirijo a Rui. Está un poco aturdida, pero no tiene nada grave.

–Descansa y circula el qi por el golpe.

Ella asiente, esbozando una sonrisa. La envío de vuelta, directamente a la cama. Invoco entonces a Shi y Song. Me miran confusas. Se alteran después de ver la escena a su alrededor. Les explico lo que ha sucedido.

–Ocúpate del cadáver. Nosotras hablaremos con ellas. Me dice Shi.

Su rostro es muy serio. Las miró acercarse a las estudiantes y arrodillarse junto a ellas, hablando en voz baja. Cojo la espada que está en el suelo y el cuchillo clavado. Los guardo. Registro el cuerpo. Tiene algunas monedas de plata y una extraña rama. Creo que es una droga que consumen algunos estudiantes.

También tiene un amuleto para ahuyentar a las bestias, pero no parecía que lo tuvieran las estudiantes. ¿Acaso querían que las atacaran? Lo guardo todo, quizás me sirva algún día. Dejo el cadáver en el almacén, junto al de Jiang Shang, el ex de Rui. Al cabo de un rato me llaman.

–Se vienen con nosotras. Las llamas luego para que entren en su cabaña y dejen el signo de que están cultivando. Es la 362. Por la noche te lo explicaremos todos– me dice Song.

Nunca las había visto tan serias. Miro a las estudiantes. Son idénticas. Asienten con la cabeza. El vínculo es muy débil, pero suficiente. Está claro que esto es peligroso, pero confío en Shi y Song. Cualquier plan que hagan será mejor que los míos. De hecho, habían estado hablando que se les había ocurrido formas mejores de lidiar con un problema como el de Rui. Quizás lo estén poniendo en práctica.

Corto las cuerdas y las envío a todas de vuelta. Veo que se las llevan a una de las pequeñas lagunas para bañarlas. Las abrazan mientras las dos hermanas lloran. Solo cuando llevo por tercera vez la madera han dejado de llorar y se han vestido con unas túnicas de esclava.

Llamo a una de ellas cuando estoy delante de su cabaña. Me he asegurado que no haya nadie cerca. Se sobresalta y me mira. Nerviosa, abre el escudo y me hace pasar.

–Lla… Llama a mi hermana también… por favor– me pide nerviosa.

La miro un tanto sorprendido. Debe ser la primera estudiante que me pide algo "por favor". Traigo a su hermana. Esta no se sobresalta. Supongo que al ver desparecer a su hermana ya lo esperaba. Recogen ropa, píldoras y varios otras cosas. Luego insertan qi en un pequeño objeto, que indica que están cultivando y que no se les moleste.

–¿Me llevo la cama a vuestra habitación?

Me miran sorprendidas. Asienten sin decir palabra. Siguen nerviosas. Abren mucho los ojos cuando la cama desaparece.

–¿Esto también?– me piden con timidez, señalando unas sillas, una pequeña mesa y un armario.

Lo envío todo a su habitación. Luego salimos y las envío de vuelta. No sabía si se quedarían en su cabaña, pero parece que es lo que han decidido con Shi y Song. Me miran de forma algo extraña antes de irse. Quizás están asustadas.

Voy hasta la entrada del bosque y, aprovechando que no hay nadie, saco el cargamento de madera del "Almacén". Mientras, miro la reacción de las gemelas al ver todos sus objetos en la habitación. Están un rato mirándose y diciéndose algo. Luego se ponen a ordenar.

—————

–¿Qué es esto? ¿¡Estás bien!?– me pregunta alarmada Liang.

Hay algo de sangre en mi ropa, sangre que no es mía. Pero eso ella no lo sabe.

–Tranquila, no es nada– le aseguro.

–Pero…– protesta.

Me desnuda, mirando mi cuerpo, buscando si hay alguna herida.

–¿Estás segura de que no es una excusa para desnudarme?– le pregunto traviesamente.

–Tonto– se queja ella, golpeándome el pecho y sonrojándose.

–Quizás es tuya. Déjame asegurarme.

Ella intenta poner sus manos sobre su ropa, resistiéndose, pero pronto las aparta.

–Com… Compruébalo si quieres– dice tímidamente, sin mirarme.

A pesar de que llevamos tiempo juntos, está totalmente avergonzada. Supongo que es raro que juguemos un poco.

Suavemente le acarició las mejillas, bajo por el cuello, sigo sus hombros, sus brazos, sus manos. Un qi muy suave recorre mis dedos. Y a través de ellos su cuerpo. Cuando llego a su pecho, los "inspecciono" cuidadosamente, apretándolos, "asegurándome" de que todo este bien.

–¡Aaaaahh!

–¿Quizás en la lengua?– le pregunto, antes de comprobarla con la mía.

Nuestros labios y lenguas se entrelazan, mientras mis manos siguen inspeccionando cada rincón de su cuerpo. Bajan por espalda y estómago. Luego por sus piernas, bajando por un lado y subiendo por el otro.

–¿Quizás aquí dentro está el problema?

Ella se deja caer. Sus piernas han perdido fuerzas cuando mis dedos han empezado a investigar el interior de su vagina. También han acariciado la perla que esconde su cuerpo.

–Creo que necesito comprobarlo más profundamente.

Ella me mira. Mira mi miembro. Abre las piernas sin dejar de mirarme. La penetro.

–¡AAAAAAAHHHH!

Es su segundo orgasmo. La miró a los ojos.

–Parece que estás bien. Supongo que no hace falta seguir "inspeccionando".

–Ni se te ocurra– me amenaza ella, atrapando mi cintura con sus piernas.

Sonrío y me devuelve la sonrisa. La beso de nuevo y sigo moviéndome dentro de ella. Sus manos acarician mi espalda. No deja de gemir.

–¡¡¡HHAAAAAAAAHHH!!! ¡¡¡MMmmmmmMMM!!! ¡¡¡¡HHHHAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!

Cuando me corro dentro de ella, nuestros ojos se miran durante un rato, mientras recuperamos el aliento sin dejar de mirarnos.

–Has sido muy malo hoy– me dice con una sonrisa traviesa.

De repente, la expresión de su rostro cambia. Su ojos se humedecen y lágrimas aparecen.

–Liang….

–Lo… siento… Yo… Me he acordado de Song… Ella siempre lo decía.

La abrazo sin decir nada. Ella aprieta su rostro sobre mi pecho. Me siento culpable por no decírselo. Pero sería demasiado arriesgado. Cuando se duerme, la dejo sobre la cama con suavidad, antes de asegurarme que no despierte en unas horas.

—————

Se llaman Bai Yi y Bai Yu. Son las únicas personas vestidas en la habitación. Se han sorprendido al ver a Liang desnuda. Al ver la habitación de un esclavo. Creo que tampoco no se acostumbran a verme desnudo. No se atreven a hablar.

–Dicen que harán lo que quieras si les ayudas a vengarse– dice finalmente Song.

Las miro y me encuentro con su mirada. Bajan la cabeza, sonrojadas y asustadas. Al parecer, las habían dejado atadas para que se las comieran las bestias salvajes. Sin amuletos, no habrían perdido la oportunidad.

–Os puedo ayudar siempre y cuando no me ponga en peligro. Pero por ahora no somos suficientemente fuertes.

–Lo… Lo sabemos– dice Yu.

–¿Es… Es verdad que puedes hacernos más fuerte con… sexo?– se atreve a preguntar Yi.

–Sí, pero solo por debajo de mi nivel.

No es del todo verdad, pero si me superan no podría tenerlas dentro de la "Residencia". Hay un silencio incómodo durante un rato. Shi mira a Song divertida. Sabe que será la primera en explotar.

–Empezamos ya. Que vean que el sexo no es solo dolor. Luego que decidan. Por cierto, ¿por qué estaba llorando Liang?

Tal y como esperaba, Song se ha dado cuenta. Siempre mira a Liang con cariño.

–Ha dicho que yo había sido malo y se ha acordado de ti– confieso, mirándola también con cariño. Me doy cuenta demasiado tarde que estoy cavando mi propia tumba.

–¿Qué significa eso de que has sido malo?– inquiera Shi, traviesa.

–Ehmmm

Acabo confesando, y las dos parecen algo emocionadas. Mientras, las hermanas están totalmente rojas, sin atreverse a mirar. Al final tengo que "inspeccionar" los cuerpos de ambas. Shi me "ayuda" con Song.

–Nooo, dos contra uno nooo… ¡Aaaaah!– protesta Song.

Yo me quedo el lado derecho y Shi el izquierdo. La besamos, acariciamos y lamemos. Nos recreamos succionando sus grandes pechos, masajeándolos, riéndonos de sus quejas. Cuando llego a su vagina, Shi vuelve con los pechos.

–Métela ya…– protesta Song al cabo de un rato, abriendo más las piernas.

La penetro y empiezo a moverme. Primero con suavidad. Luego con más fuerza.

–¡Ah! ¡¡Haaaah! ¡Mmmn! ¡AAAAH! ¡AAAAAAAAAAAAH!

Shi se ha apartado mientras penetro a su amiga. Los pechos pecosos y grandes de Song se mueve arriba y abajo. Son hipnóticos como siempre. En cierto momento, Shi los coge y los estruja, traviesamente. Le pego en el trasero, jugando. Ella se gira y se queja, pero sonriendo. Song sigue corriéndose y gimiendo.

–¡AAAAAAAAAAAh! ¡Shi, para! ¡AAAAAAAAAAAAAHH! ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!!!

La beso una última vez antes de salir de su interior.

–Me… Me las vas a pagar, Shi.

Se levanta un tanto cansada y se deja caer sobre su amiga.

–¡Song, no!– se ríe esta.

Yo miro un momento de reojo a las gemelas. Están completamente rojas. Su respiración se ha acelerado. Miran a Shi y a Song. No se atreven a mirarme mientras yo las miro a ellas.

Acudo en ayuda de Song. Inmovilizamos a Shi y empezamos a "inspeccionarla".

–¡Kong! ¡Traidor!– se queja, pero no es muy creíble.

Metemos nuestras dos lenguas en su boca, en un obsceno beso a tres. A la vez, tanto mis dedos como los de Song "inspeccionan" el interior de la vagina de Shi. No dejamos de penetrarla mientras nuestras otras manos y bocas van recorriendo su cuerpo.

Song se venga con el pequeño pecho de Shi, mordiendo y estirándolo. Yo hago lo mismo con el otro. Shi se corre.

–¡AAAaaaahh! ¡Rencorosaaaaaaah!

Song se ríe y sigue bajando. Le hace darse la vuelta para "inspeccionarla" por detrás. Me mira, diciéndome "Ahora" con los labios. Sacamos los dedos y la penetro por detrás. Shi muerde las sábanas, pero no por ello deja de gemir.

–¡¡Mmm!! ¡¡¡MMmmmmmmmhhhhh!!!

Sé que las hermanas nos están mirando muy fijamente. Song me lo ha dicho al oído. Penetro a Shi con fuerza. Song le lame las orejas. Le acaricia el culo. Cuando finalmente me corro dentro, ella tiene su último orgasmo.

–¡¡¡¡¡¡MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMHHH!!!!!!

Se queda un rato acostada antes de incorporarse.

–Me las vais a pagar– nos amenaza.

Nos miramos y nos reímos los tres. Luego ellas me miran. No lo dicen, pero sé lo que quieren. Me acerco a las hermanas. Sus cuerpos se ponen rígidos. Están algo excitadas. También asustadas. Les cojo las manos, que no se atreven a retirar. Les tiemblan.

–No tengáis prisa, decididlo en el futuro.

Ellas me miran sorprendidas. Supongo que creían que les iba a obligar sí o sí. Sé que ahora son mis esclavas, pero las circunstancias son especiales. Y lo he prometido.

Song y Shi me dan un beso y me dicen que las enviemos a todas de vuelta. Se quedan las cuatro hablando. Me gustaría saber que dicen. Solo sé que Shi y Song ríen mucho. Y las hermanas están continuamente rojas.

Llamo a Rui. Está mejor. Le hago usar sus pequeños pechos y boca para servirme, corriéndome dentro de esta. Luego me acuesto y la hago montarme, de espaldas a mí, sin hacer ruido. Ella obedece, apenas emitiendo más sonido que su respiración. Incluso cuando tiene un orgasmo.

–Más rápido– le exijo, pegándole en el trasero.

Ella acelera, subiendo y bajando sus caderas una y otra vez. Corriéndose más de diez veces.

–Lo… Lo siento… No… No puedo más– se disculpa.

Me incorporo y la hago tumbarse boca abajo, sin salir de ella. Luego empiezo a penetrarla con fuerza. También la azoto, como "castigo". Ella muerde la ropa. Su cara aplastada contra el colchón. Su culo alzado y sujetado por mis manos. Se acaba desmayando del placer. Mañana tendré que "castigarla".

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