El dedo de Robin acarició su suave rostro y admitió que Sabrina era una mujer muy hermosa, excepto que se estaba dando cuenta demasiado tarde.
Robin había perdido la cuenta de las mujeres con las que había estado, pero siempre sintió que Sabrina era diferente y la más bonita de todas.
Por otro lado, se culpaba a sí mismo por haberla herido tanto debido al matrimonio arreglado. Quería alejarla y cuando finalmente sucedió, todo lo que sintió fue arrepentimiento y vacío.
Solo cuando dormía justo aquí a su lado no soñaba con ella como en otras ocasiones.
Su huella estaba registrada en su alma, y sabía que no había forma de que permitiera que otro hombre la tuviera. Aceptó que no podía recuperarla, pero no iba a permitir que siguiera adelante. Cuidarían juntos de su hijo.
Robin salió a comprar algunos refrigerios ya que no estaba seguro de que Sabrina pudiera comer el comida que Matilda había traído.
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