—Limpia a este oso. Se ve muy sucio —dijo Caña antes de ir a hablar con los otros guerreros y revisar algunas cosas.
Aunque a Caña no le gustaba la persona que había dado el oso, pero al oír lo feroz que podía ser esta bola de pelo en el campo de batalla cuando ayudaba a defender a la manada contra su enemigo y aquellos guerreros que habían sido infundidos con magia oscura, la idea de tener otra capa de protección para su compañera compensaba su molestia.
Sería genial si el oso pudiera morder la cabeza de ese hombre misterioso, si volvía a aparecer cerca de su compañera, así ayudaría a reducir su preocupación significativamente.
Por otro lado, Ethan se rascó la nariz. —Creo que realmente no te odia, deberías estar contento con esta noticia —murmuró para el oso dormido.
Con eso, pidió a alguien que frotara al oso y lo limpiara antes de alimentarlo, pero la Cosa Pequeña ni siquiera se despertó, hasta que le dieron comida y estuvieron listos para salir.
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