Iris sentía que estaban robando a Lou al tomar tantas piedras de su lugar, además no estaba acostumbrada a actuar así, por lo que se sentía culpable, sumándole al hecho de que Caña no mostraba ninguna indicación de que buscaría la mascota.
Tiró de la manga de Caña. —¿No sientes que estamos robando estas piedras? —preguntó titubeando.
—No, esto es una cueva abandonada —respondió Caña simplemente—. Encuentra más.
Iris frunció el ceño, pero tenía suficiente curiosidad por ver cómo reaccionaría Lou cuando se enterara de que Caña lo robó justo debajo de su nariz, bajo su propio techo.
Toda su vida, había luchado por sobrevivir bajo la tortura de su hermano e intentaba ayudar a los esclavos tanto como podía, pero no sabía que se podía engañar a otros de esta manera con juegos de palabras y Caña era realmente bueno en ello.
Oh, cuanto más Iris lo veía, más Caña parecía impávido e incluso un poco… descarado.
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