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E1

Caminando hacia su destino, Toji reflexionaba sobre lo que le esperaba. Habían pasado cuatro años desde su supuesta muerte, y las cosas se habían vuelto caóticas en Japón durante su ausencia. Había regresado varios meses después del ataque de Hiroshi, coordinado con algunos demonios poderosos. Todo se había descontrolado no solo para ellos, sino también para él en China, donde se topó con la primera cazadora, Quan Xi. Ella alertó a los altos mandos chinos, quienes hicieron pública la información de que Toji estaba vivo y coleando.

Después de esos eventos, se había retirado temporalmente para desviar la atención, ya que se había vuelto irremediablemente interesante para muchos ojos. Sobrevivir a una emboscada de la seguridad pública, asesinar a un cazador top de Estados Unidos y enfrentarse a la asociación de cazadores chinos, donde mató a uno de sus asesinos más poderosos, lo convirtió en un objetivo de interés. Sobrevivir al ataque de dos de los seres más fuertes conocidos y causar desorden en China durante meses aumentó su recompensa, haciéndolo demasiado llamativo. Por el bien de Nakame, decidió retirarse. Han pasado cuatro años y ahora, de alguna manera, alguien había encontrado su residencia y le había dejado una tarjeta de invitación a una reunión.

Mientras caminaba por las calles abarrotadas de Tokio, pensaba en una sola cosa: Nakame. Ella no había hablado con él en estos cuatro años, lo que lo llevó a pensar que tal vez había decidido por fin hacer su vida. No la rastreó, no la persiguió, no la molestó. Ella sabía un poco del estilo de vida que él llevaba y tal vez por eso decidió alejarse. Relacionarse con él demasiado era un peligro para ella y su futuro.

Sumido en sus pensamientos, no había notado que había llegado al frente del hotel donde había sido citado por esa misteriosa persona. Pasando directamente por recepción, notó cómo las empleadas lo miraban; algunas fascinadas por su físico prominente y otras temerosas por el aura y poder que emitía al caminar. Parándose delante de la recepcionista, la miró y le habló calmadamente.

—¿Sabes dónde está la planta 101?

La recepcionista lo miró embelesada antes de sacudir su cabeza y observarlo con una sonrisa nerviosa.

—S-sí, j-justo allí —respondió ella con nerviosismo, señalando hacia la derecha, donde estaban los ascensores. Toji miró en esa dirección y frunció el ceño; sentía dos presencias prominentes, una conocida, la de Kishibe, y otra desconocida. La recepcionista volvió a hablarle con voz nerviosa.

—¿Tienes alguna invitación para entrar a este lugar?

Toji sacó una tarjeta negra y se la mostró a la empleada, quien se congeló en su lugar y luego comenzó a sudar profusamente. Ella solo asintió y lo dejó pasar. Toji observó y continuó su camino hasta el ascensor. Colocando sus manos en los bolsillos, suspiró con algo de molestia y confusión, preguntándose por qué estaba pasando esto. No era normal que alguien lo ubicara, y menos ahora que se había asegurado de borrar su rastro.

En el ascensor, sacó un palillo de madera y lo colocó en sus dientes, jugueteando con él para matar el tiempo mientras llegaba a su destino.

Al llegar a la puerta, se sorprendió de que estuviera ligeramente abierta. Terminó de abrirla con calma y se encontró con una habitación vacía, con una mesa en el centro, tres sillas alrededor de ella y una persona misteriosa que no era Kishibe, aunque su presencia estaba en el área. La persona era un cazador de seguridad pública que registraba la mesa.

El cazador intentó desenvainar su espada al reconocerlo inmediatamente.

—Toji Fushiguro, quedas detenido por seguridad pública por asesinato, terrorismo y...

Antes de que el cazador pudiera terminar, el palillo que Toji tenía en la boca se lanzó hacia su rostro, impactando en su ojo izquierdo.

Con dolor, el cazador, que parecía novato, se sostuvo el ojo, soltando inmediatamente su katana ya desenvainada, que cayó al suelo. 

Como un fantasma, Toji desapareció de su lugar y reapareció al lado izquierdo del cazador, golpeándolo con una patada en el cuello. El impacto destrozó su cuello, matándolo al instante y haciendo que su cuerpo se estrellara contra una estantería cercana. El impacto fue sordo, y los libros cayeron sobre el cazador muerto, mientras la sangre fluía de su ojo y boca.

En la mente de Toji, un pensamiento se manifestaba: "No dudaste en matarlo, cuando podrías haberlo noqueado". ¿Matar? Ya había matado antes, en este mundo, no en el otro. ¿Cómo se supone que debería actuar si mata a alguien por primera vez? ¿No debería sentirse mal? Desde que llegó a este mundo maldito, ha matado con naturalidad, sin parar. ¿Lo hizo para sobrevivir o simplemente porque sí?

De repente, un ruido lo sacó de sus pensamientos. Sus reflexiones se desvanecieron cuando la librería se abrió forzosamente, revelando una puerta secreta. Era evidente quién era, y sus sospechas se confirmaron cuando Kishibe salió de la oscuridad, aplaudiendo.

—No has perdido tu toque, Toji Zenin, o debería llamarte el actual humano más fuerte —pronunció Kishibe con demasiada calma para el gusto de Toji.

—Oh, viejo, ¿estás aquí para otra ronda? —respondió el más joven, burlándose.

—Eso desearías, ¿no? —contestó Kishibe—. En fin, te he citado aquí por dos cosas.

Kishibe caminó directamente hacia la mesa y se sentó, sin importarle el cadáver en el suelo.

—Siéntate —dijo Kishibe.

Sin más remedio, Toji siguió su orden y se sentó en el lado opuesto. Pensaba que si iba a matar a ese viejo, al menos escucharía lo que tenía que decir.

—Makima encontró al Chainsaw Man —dijo Kishibe con calma—, y planea reunir las piezas del demonio pistola.

Toji no reaccionó, lo cual hizo que Kishibe lo mirara con calma.

—No me importa lo que haga Makima —dijo Toji con igual tranquilidad, observando la reacción de Kishibe, que fue nula. El hombre mayor solo sonrió ligeramente y continuó hablando.

—El Chainsaw Man irá a una misión en dos días, acompañado de varios cazadores fuertes y un demonio híbrido como él —culminó Kishibe.

—Dije que n... —Pero antes de continuar, Toji observó cómo Kishibe sacó una foto de Nakame. En la foto, ella aparecía con las aves de carroña de seguridad pública, con una apariencia cambiada: pelo rubio, ojos verdes más apagados y una sonrisa suave y angelical. Esto solo llenó de cólera a Toji, quien, en un destello de velocidad que igualaba al sonido, apareció frente a Kishibe, agarrándolo de la camisa y apuntándole con la katana en el abdomen.

—Elige bien tus siguientes palabras, viejo —dijo con odio—. Ahora responde a mi pregunta: ¿dónde está, por qué luce así y quién la retiene? Si no me dices dónde está, te juro que...

Fue interrumpido por la voz calmada del cazador mayor.

—No hagas amenazas que te quedan demasiado grandes, mocoso —habló Kishibe con calma—. Matarme no es una opción para ti, ya que, como seguro intuyes, soy el único que sabe dónde está. Si me matas, no hay información y te quedarás con la duda, ya que solo tres personas saben quién es esa chica, dónde está y por qué está en seguridad pública en vez de llevar la vida normal que tú ansiabas para ella.

Kishibe continuó:

—Ahora suéltame o quédate con tu duda.

La voz calmada de Kishibe y su presencia empezaban a molestar a Toji, pero se vio obligado a obedecer.

—Vamos, te hace falta aire, mocoso. Esas hormonas no te dejan pensar —dijo Kishibe, caminando hacia el balcón y haciendo que Toji lo siguiera.

Una vez allí, Kishibe le extendió una carpeta.

—Información que necesitas. Cumple esta misión, asegúrate de no dañar a la chica del parche a toda costa, evita dañar a Aki y evita que consigan el trozo del demonio pistola. A cambio, te daré lo que pidas sobre esa chica.

—Con el Chainsaw Man y los demás no me importa. Haz lo que te plazca, como si los matas o los desapareces —terminó Kishibe.

Toji, al escuchar las condiciones, ignoró el nombre del mocoso de Aki y respondió:

—Entonces, básicamente le estás declarando la guerra a Makima a través de mí, ¿verdad? Y con esto me obligas a entrar en el conflicto, y de paso revelas mi existencia a los altos mandos de Japón, que probablemente sean los primeros que desean destazarme, ¿no?

No iba a negarlo, era un plan brillante a pesar de la cólera que este viejo le generaba. Al hacer esto conmigo, no solo hace que el interés de Makima esté en mí, lo cual le da carta libre para hacer cualquier movimiento sin que ella lo vigile, sino que también hace que China y probablemente todas las organizaciones que estuvieron detrás de él en algún momento lo busquen de nuevo, reactivando su antigua recompensa con más valor.

—Maldito viejo —murmuró con odio. Era un viejo zorro astuto. Sabía lo que hacía, pero Toji estaba obligado a seguirle el juego si quería saber qué pasaba con Nakame y quiénes estaban involucrados. Si la seguridad pública estaba envuelta en esto, se aseguraría de borrarla del mapa. Desde Mizuki Kai hasta el Chainsaw Man, todos caerían ante su ira. Sin embargo, ahora no era el momento.

Sin mediar más palabras, se fue del lugar caminando de regreso por donde entró, con la katana aún en su mano. Varios minutos después de que se fue, un hombre con ropas negras y una venda en la cabeza, acompañado de un collar que reflejaba sus creencias cristianas, caminó hacia Kishibe y lo miró.

—¿Estás seguro de que tendrá resultado? —dijo el hombre, calmado y algo confuso.

—Créeme que sí. Si hay alguien que puede destruir al Control, es el fantasma de su pasado, o al menos dejarla lo suficientemente débil —respondió Kishibe.

El hombre, aún con sus dudas, siguió hablando:

—¿En serio? ¿No crees que es demasiado joven? Digo, ahora que estuvo fuera por 4 años, ¿no crees que será muy débil?

Discutiendo sus dudas, el hombre continuó hablando, pero Kishibe se giró y caminó, aclarando todas sus dudas con unas pocas palabras.

—Hace 4 años me derrotó, y ahora cortó mis cuchillos con facilidad. Ese chico probablemente sea más fuerte que antes, al menos eso espero —respondió Kishibe.

El hombre calvo lo siguió, no sin antes usar unas llamas azules que carbonizaron al cadáver en segundos. Ambos dejaron la habitación.

Toji no iba a perder más tiempo. Si lo que decía Kishibe era cierto, entonces necesitaba respuestas. ¿Por qué ella había cambiado? ¿Por qué estaba en seguridad pública? ¿Y cómo estaba relacionada con Makima? Solo podía pensar en realizar esa misión y conseguir las respuestas que tanto buscaba.

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