—¡Alto! Tus hombres están cayendo —Regaleon gritó—, pero la reina actuó como si no hubiera escuchado nada y continuó.
—¡Maldita sea! —exclamó Regaleon—. Dispérsense. No se dejen caer —ordenó.
Regaleon miró a la reina, que lo miraba con una mirada desgarradora.
«Necesito detener a esta loca y rápido» —pensó Regaleon mientras buscaba una salida a esta situación precaria.
Los hombres de la reina, junto con los suyos, luchaban por sus vidas en el suelo que se partía. Debajo de ellos, Regaleon podía ver la lava fundida fluyendo tranquila y constante.
—Mi reina… ayuda… ahh.ahhhhh —uno de los hombres de la reina gritó—. La tierra que estaba agarrando cedió y cayó y se hundió en la lava fundida. Ahh... ayudenme… —los gritos del hombre cesaron después de que la lava lo tragó.
—¿Reina Patricia, estás loca?! —la miré de pie al borde de ellos—. Tus hombres están cayendo a su muerte.
Support your favorite authors and translators in webnovel.com