La simple respuesta de Lith hizo que el granjero estallara en lágrimas. En los últimos siglos, el hombre había hecho todo lo que podía imaginar para escapar de la pesadilla que era su vida. Habiía intentado cavar debajo de la barrera, intentado romperla y suicidarse de todas las formas posibles que pudiera concebir y llevar a cabo.
Y el único resultado fue despertar el mismo día en que el Alto Señor sería activado, sin importar si moría debido a la lluvia negra o por sus propias manos. Al principio, había depositado sus esperanzas en los clérigos del Alto Sol.
Eran los magos más poderosos de toda la nación de Belamd, de la cual Kaduria era la capital. Habían forjado al Alto Señor para proteger el Reino contra las fuerzas invasoras del norte.
Habían creado el problema, se suponía que debían resolverlo. El tiempo era lo único que los kadurianos no carecían. Solo años después, los clérigos confesaron haber perdido sus poderes mágicos.
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