Los bonitos ojos azules de Nancy se clavaron en sus ojos avellana y contemplaron la autenticidad en aquellos orbes que imploraban sin palabras que dijera que sí. Ella sonrió y dio un paso atrás.
—Entonces lo que estoy pidiendo es muy poco para pagar por su libertad.
—¿Qué más quieres?!
Se acercó al espejo y comenzó a desatar lentamente la cuerda que sostenía unida la bata de encaje superpuesta.
Nancy tiene un cuerpo voluptuoso hechizante. Aunque tiene 48 años, no parece haber cambiado mucho desde que tenía cerca de 20, a diferencia de Rosa, que tiene 46 pero parece de 30.
Admirando su limpia, suave y sexy imagen reflejada en el espejo, desvió la mirada para poder ver su reacción desde el espejo.
—Escoge dos de las opciones... Uno, hazme líder de la organización y renuncia... dos, embarázame... tres, encuéntrame el Mineral de rainborita.
Se giró y lo miró de nuevo. El hombre solo resopló y no dijo nada.
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