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Capítulo 93 – Promesa (R-18)

Mientras besaba a Julia mi mano se movió hasta su pantalón desabrochándolo. Cuando lo logré alejé mi rostro y un puente plateado de saliva se formó desde la punta de nuestras lenguas. Julia estaba respirando muy fuerte ya que este fue un beso largo y ninguno tuvo la oportunidad de tomar aire. Me saqué por completo el pantalón ya que limitaba mi movimiento y me dirigí a la zona más importante de Julia. Bajé su pantalón y la ropa interior roja con encaje apareció nuevamente. Era muy lindo y despertaba en mi un deseo ferviente por ella.

Bajé su ropa interior dejándome ver su lugar más preciado que fue escondido por sus muslos instantáneamente. Julia era muy tímida y se avergonzaba fácilmente. Mi miembro ya estaba listo para explorar el interior de su cueva como si de algún explorador experimentado se tratase. Aun apenada Julia me miro y dijo.

Julia: Se gentil~

Julia abrió sus piernas, pero a diferencia de lo que ella esperaba no la embestí salvajemente. En su lugar bajé mi cabeza y comencé a estimular su entrada. Esta era nuestra primera vez y quería dejar a Julia satisfecha por lo que empecé con un poco de juego previo. Mi mano separó sus labios exponiendo la entrada de su cueva. Embriagado por el suave a olor a rosas comencé a lamer y chupar buscando un punto sensible. No fue hasta que mi lengua topo algo que hizo que Julia saltara. Había encontrado su punto débil. Con delicadeza y suavidad empecé a lamer y succionar su clítoris.

Julia: ¡Ah! ~ No… No lamas ahí… Esta Sucio… ¡Ah! ~

Julia intentaba decir algo, pero su cuerpo era mucho más honesto que ella. Sus manos hace un tiempo habían sujetado mi cabello y sus muslos se habían pegado a mis mejillas impidiendo que me apartara de ahí. Por un momento incluso llegue a pensar que moriría asfixiado por ella y que no sería un mal final.

Julia: ¡No! Yo… No sé… ¡Ah! ~

Julia se sacudió un poco y un líquido transparente empezó a emanar de la entrada de su vagina. Con curiosidad llevé mi lengua hacia ese líquido y comencé a succionarlo. El sabor era embriagador y adictivo. Me placía continuar bebiendo de ella. Los continuos gemidos de Julia ya causado que mi nivel de excitación alcanzara un tope nunca antes visto.

Mi lengua continúo moviéndose probando cada rincón de ella. Cuando se vino por segunda vez supe que era el momento indicado para introducirlo.

Separé las piernas de Julia quien parecía estar completamente ebria en el placer y coloqué la punta en su entrada. Al sentir la punta Julia salió de su estado de trance y su cara se contrajo al dolor. Julia intentó ocultar esto, pero no escapó a nuestra conexión. Podía sentir su placer, dolor y emoción. Julia quería esto y yo también. Decidido a atesorar su primera vez empujé mi cadera y introduje mi miembro.

Julia: ¡AHHHHH! ~

Julia grito de dolor debido a que perforé su himen. Sangre salía de su vagina y manchaba las sábanas. El dolor de Julia era gigantesco por lo que no lo empeore y continue moviéndome. En su lugar me quede quieto esperando a que las contracciones de su vagina desaparecieran. Su interior era cálido, suave y sobre todo placentero. Sentía que en cualquier momento podía venirme dentro de ella. Julia me miró y dijo.

Julia: Por… ¿Por qué no te mueves? ~

Miré a Julia y coloqué mi mano en su mejilla y dije.

Leo: Se que te duele. No quiero que sufras por mí.

Estas palabras hicieron que lagrimas cayeran de su rostro rodando hasta caer en las sábanas.

Leo: Que... ¿Qué pasó?... ¿Dije algo mal?

Julia: Jajaja…

Mis palabras parecieron hacer reír a Julia quien se limitó a llevar su suave y tersa mano a mi mejilla y dijo.

Julia: Estoy feliz. Siempre quise que mi primera vez sea contigo.

Al escuchar sus palabras no pude evitar moverme y besar su rostro. Mis labios con los de ella danzaban y se superponían los unos a los otros. Esta sensación de atesorar algo no quería que desapareciera nunca. Cuando me separé de ella dije.

Leo: Julia… Te amo. Sé mi esposa.

Al escuchar esto lagrimas caían de Julia. Sin embargo, eso no la detuvo de responder.

Julia: Idiota. ¡Ya soy tuya! Te perseguiría si no te haces responsable de mí. ¡HMPH!~

Finalmente había conseguido una esposa. Aunque nos saltamos muchos pasos de por medio. Julia era el amor de mi vida y no iba a dejar que nada le sucediera. Preferiría morir a que ella sufriera.

Sin querer empecé a mover mi cadera. Sin embargo, esta vez no se escuchó un grito de dolor y en su lugar había una gran sensación de placer que inundaba mi vínculo con Julia. Al parecer el dolor desapareció y con ello mis cadenas se desataron. Empecé a desbastar el interior de Julia con múltiples movimientos de embestidas seguidos. Los gemidos de Julia eran cada vez más fuertes. Incluso se aferró fuertemente a mí con sus piernas y sus brazos se aferraban a mi espalda completando una posición extraña. Aun así, eso no detuvo a mi cadera. Las uñas de Julia se habían enterrado en mi espalda dejando marcas. Al contrario de lo que uno esperaría el dolor no me detuvo ya que fue inmediatamente cubierto por el placer.

No fue hasta que sentí algo queriendo escapar de mi interior que me detuve. La punta de mi pene tocaba la entrada de su útero y mis gemidos ahogados se mezclaron con los de Julia que ya no aguantó más. Ambos liberamos el orgasmo más fuerte que hemos tenido hasta el momento. Mi semen manchó sus paredes como si de pintura se tratase. En esto momento no me importó nada e incluso si quedaba embarazada no me importaba. Tenía píldoras anti conceptivas que tomé del hospital por lo que no había problemas incluso si fuera a repetirlo un par de veces más.

Ambos continuamos haciéndolo hasta que nos agotamos. El haber subido de nivel talvez tenga algo que ver en nuestra resistencia sobre humana.

Me tumbé sobre la cama y Julia se recostó sobre mi pecho. Ambos estábamos agotados y liquido blanco salía del lugar privado de Julia. Ambos dejamos escapar nuestros deseos esta noche y fue increíble. A partir de hoy prometo hacer de Julia la esposa más feliz en este mundo.

La luz del amanecer inundó el cuarto provocando que los dos nos miráramos el uno al otro. Resulta que lo hicimos durante toda la noche. Ambos nos comenzamos a reír y finalmente cerramos los ojos durante un par de horas.

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